Cuéntenos algo de sus personajes.
Don Nuez en “La reina mora”, arquetipo del sevillano divertido, que utiliza sus armas de seducción, que no tiene ninguna, para lograr sus objetivos y, al final, acaba escaldado. En “Alma de Dios” soy el Tío Zuro, un patriarca gitano que intenta vender absolutamente todo y sacar partido de todo lo que pasa por su vida.
¿Qué tienen en común estas piezas?
En común tienen poca cosa porque musicalmente van por sitios completamente distintos, tratan temas distintos y los montajes se han planteado de manera distinta. Son dos obras breves. Quizás su punto en común es que son sainetes y que el juego cómico y bien dibujado de los Quintero está presente todo el rato.
¿Qué es lo más complicado en un montaje de zarzuela?
Hay que saber estar encima del escenario, saber cantar, saber interpretar, saber medir. Hacer natural el paso de un momento en que estás hablando a uno en que estás cantando es quizás el reto más arriesgado.