Liberto Rabal

 Sobre el escenario una mujer y un hombre. Solos los dos. Y tres momentos de su relación. Un catártico viaje emocional hacia el amor en el que tendrán que tomar decisiones que cambiarán sus vidas… Marianne y Johan de nuevo reunidos en esta selección de escenas. Una obra de cámara a partir de textos del gran Ingmar Bergman en versión de la actriz, escritora y guionista Adriana Davidova y el actor y director Liberto Rabal, sus protagonistas sobre las tablas. A ellos se une el siempre impecable trabajo de José Carlos Plaza a la dirección.
¿Qué es “Hacia el amor”, cómo definirían esta obra?

Bergman, el montaje de José Carlos Plaza, Adriana Davidova, el público y yo, todos juntos, saboreando, experimentando y celebrando las relaciones humanas en contraste a la sociedad del aislamiento.


El amor es el tema fundamental que sobrevuela toda la historia, pero qué más hay entre Marianne y Johan.

Johan y Marianne son reales. Son personas imperfectas con dudas, pasiones, juegos, miedos, desafíos, descontrol, angustia, risas… Están unidos uno al otro, no saben por qué…  Y aprenden juntos a reconocer la vida tal y como es, sin añadir ni quitar nada.


Háblennos de sus personajes.

Johan es un ser humano en crisis; en crisis con la ridiculez de las creencias imperantes en la sociedad, en crisis con su propia mortalidad y en crisis con la única persona que podría darle lo que más necesita, Marianne.


Dicen que es un viaje catártico. ¿Qué aprenden ambos personajes en este viaje?

Uno aprende su grandeza, y el otro su pequeñez. Y los dos aprenden a aceptar, a perdonar y a amar la realidad tal y como es.


¿Y para ustedes, qué está siendo lo más bonito de este viaje desde que comenzó?

Protagonizar un montaje de José Carlos Plaza con texto de Bergman en una estupenda versión de Adriana y junto a ella es un regalo que me da la vida. En realidad yo he ayudado un poco… Y estoy muy agradecido de que sea una realidad.


¿Cómo termina José Carlos Plaza formando parte de este montaje?

A través de la versión de la obra y de un concepto que tiene José Carlos de su profesión ejemplar. No juega con lo artístico, no se vende, y se lanza sin dudarlo y compromete con aquello en lo que cree. Trabajar con él está siendo una experiencia de mucho aprendizaje.


¿En qué ayuda y en qué no tanto ser matrimonio en la vida real para interpretar a esta pareja?

Ayuda haber sido y ser pareja en lo profesional. He dirigido a Adriana en varias películas con guión suyo, y también compartimos entrenamiento y formación actoral, la suya más completa…


¿Qué nos diría de su pareja?

Es una suerte haber encontrado una persona tan maravillosa. Y lo digo por muchas razones. No sé si merezco esta suerte, pero la he tenido.


Si no me equivoco, Agua en el Desierto es un poco vuestra gran apuesta profesional. ¿Hay que estar un poco loco para producir en estos tiempos o es necesario hacerlo?

En realidad es simplemente un nombre, una forma de nombrar una agrupación en este caso de tres profesionales con el objetivo muy apetecible de montar un texto de Bergman. Quizá en el futuro sirva para otras propuestas interesantes…


¿Qué otros proyectos, conjuntos o por separado, tienen?

En conjunto un largometraje dirigido por mi y protagonizado por Adriana llamado Jump. Está ya rodado y retomaré post-producción tras la temporada en Madrid de Hacia el Amor. Con nuestro anterior largometraje, Síndrome, fuimos seleccionados en Locarno, Mar de Plata, Tolouse, London Film festival, Bombay, Varna…

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