Lidia Navarro y Muriel Sánchez

Los diarios de Alejandra Pizarnik, aquel dolor, su angustia, su agotamiento de vivir, el desesperado deseo de encontrar algo por lo que permanecer en el mundo, pero también su irrefrenable enamoramiento de las palabras, fueron el germen de este texto, inédito hasta ahora, de Irma Correa que, dice, “casi quince años después se ha convertido en la denuncia de cientos de mujeres que están atadas a una realidad que las aísla y las destruye, que las silencia y arrincona”. Ainhoa Amestoy dirige la historia de dos mujeres que entablan un duelo a vida o muerte mientras sortean la amenaza del hombre que está por llegar. Un hombre que les hará decidir entre el fuego y el vacío, entre replegarse o respirar… Charlamos con sus protagonistas…    
Escribe Irma Correa que “Hablando (último aliento)” era un poco un salto al vacío. ¿Qué es para ustedes “Hablando (último aliento), cómo definirían esta obra?

LIDIA: Para mí “Hablando” es la historia de un “secuestro interior”, un “secuestro emocional”. Un texto lleno de lecturas y sorpresas.  

MURIEL:  Es una especie de thriller psicológico, la historia de un secuestro emocional. Como su título indica, son las últimas palabras, las últimas dudas, contradicciones y miedos de una persona al borde del suicidio. Es su último aliento. 


 

Dos mujeres encerradas en un sótano, una mantiene secuestrada a la otra y le pide una razón para matarla… ¿Recuerdan qué sintieron, qué pensaron cuando terminaron de leer el texto?

LIDIA: Me sentí conmovida y agradecida de poder encarnar este personaje. El texto ofrecía además la posibilidad de jugar en diferentes planos, y con diferentes texturas porque a pesar de su aparente sencillez existen muchas capas, mucho nivel de lectura. Trata por un lado una problemática social, psicológicamente el desdoblamiento de la identidad, pero también es un thriller. Hay misterio, amor, acción, emoción…Momentos de una realidad impresionante y otros que están cerca del lenguaje del absurdo, surrealistas, oníricos, profundamente poéticos.

MURIEL: Pues curiosamente sentí liberación y paz. Sentí algo que dice el texto: “Volver a respirar”. Ante una situación desesperada como la que vive la mujer de esta historia, entiendes la opción que decide tomar como única salida. 


 

 ¿A qué nos enfrenta la historia de estas dos mujeres, de qué nos habla?

LIDIA: Nos acerca a los pensamientos, las dudas, las emociones de una persona acorralada por sus terribles circunstancias.

MURIEL: Nos enfrenta a un tema que desgraciadamente es de máxima actualidad, el de la violencia de género. Creo que en lo que va de año llevamos 20 casos conocidos de violencia de género y a veces me da la sensación de que nos dan cifras y cifras y no pensamos en lo que hay detrás de cada número. Es un asunto que urge tratar como una cuestión de Estado porque el Estado tiene como deber y obligación implementar las políticas esenciales para su erradicación.


 

Creo que para preparar el montaje han contado con la asesoría de expertos en derecho, psicología y literatura. ¿Qué han ganado de su experiencia, qué han aprendido o en qué les han  ayudado?

LIDIA: Tanto los datos acerca de los comportamientos y sentimientos habituales de personas que se encuentran en esta situación, como el desarrollo  literario-artístico y neurológico del tema del “doble”, nos ha abierto muchos caminos creativos que estamos explorando. Siempre resulta  enriquecedor partir de materiales con los que poder jugar y construir el universo teatral.

MURIEL: En la obra asistimos al desdoblamiento de un personaje. El fenómeno del doble o la otredad es de gran tradición literaria y artística en general y me parece tremendamente teatral por la magia y misterio que entraña. En relación a este tema, hemos contado con expertos en medicina, literatura comparada y artes escénicas. Además, tuvimos también la suerte de hablar con Cruz Sánchez de Lara, abogada especializada en violencia de género. He aprendido infinidad de cosas, porque uno no es consciente de lo poco que sabe de un tema hasta que no empieza a profundizar en él. Cruz nos dio unas claves estupendas para el montaje y para el personaje que interpreta Lidia Navarro, que es el que padece la situación. En mi caso, que soy una especie de “otro yo”, me ha resultado especialmente interesante toda la información que nos dio el médico neurólogo David Ezpeleta en relación a formas y tipos de desdoblamiento.


 

¿Y cómo son ellas? Háblennos de su personaje (quién es y cómo es, qué le caracteriza, qué le mueve)…

LIDIA: ella minúscula, tal y como nos la encontramos, es una mujer vencida, acorralada por la vida, una caricatura de lo fue… hermosa, inteligente, activa…ella no “ha sabido hacer frente a la brutalidad” en estos momentos solo le mueve ya su deseo de liberarse, literalmente, de “volver a respirar”.

MURIEL: Los dos personajes son en realidad la misma mujer. El personaje que interpreta Lidia es la mujer que padece, que sufre la situación. Ella me crea a mí para que le dé una razón para matarse. Yo soy la parte racional, la lógica, quien le disuade de sus intenciones y también quien le guía. Soy una especie de ángel o diablilla, según se mire, el Pepito Grillo que todos tenemos en nuestra cabeza.


 

¿Cuál es la frase más dura que dice su personaje?

LIDIA: Precisamente esa, “Necesito volver a respirar”.

MURIEL: Puede que aparentemente no sea la más dura, pero a mí me toca especialmente al hablar de un tema como éste: “Cuando uno se acostumbra a las cosas, se hacen normales”.


 

¿Y alguna frase esperanzadora? ¿En esta historia hay lugar para la esperanza?

LIDIA: La esperanza en cuanto al montaje tiene que ver con un acto profundo de libertad. “No te estás dando por vencida, te estás liberando”. En cuanto a la problemática que trata, es mas el deseo de  visibilizar, de que se apoye tanto legal como socialmente a todas las mujeres víctimas de violencia porque queda muchísimo por hacer.

MURIEL: “No te estás dando por vencida. Te estás liberando”. Yo sí siento paz y liberación al final de la obra.


No son temas fáciles ni amables la violencia de género ni el suicidio. ¿Qué supone o qué puede aportar tratarlos, enfrentarlos desde las tablas de un teatro?

LIDIA: El teatro,  puede ser un mero entretenimiento, pero también debe servir como espejo del ser humano y la sociedad que habita. “La ficción” complementa en este sentido la realidad. Aporta puntos de vista, nos acerca y nos enfrenta desde otro lado a nuestros problemas, inquietudes, miedos y  debilidades. Nos proporciona la posibilidad de concienciar y ofrecer debates necesarios aunque incómodos.

MURIEL: Como actriz es una necesidad y un deber tratar temas como éste. Es un ejercicio de responsabilidad social.


Para acabar, en palabras también de la autora, el único sentido del texto es dar voz a estas mujeres, hacer visible esta realidad putrefacta y atrofiada que tenemos. ¿Qué creen que va a ser lo más bonito que recuerden ya siempre de este viaje

LIDIA: Recordaré seguro un  proceso en el que todo el equipo trabajó en la misma dirección (no siempre ocurre) para dar vida a este texto de Irma Correa. En el que tuve el privilegio de hacer un mano a mano con una inmensa Muriel Sánchez, ser dirigida por Ainhoa Amestoy, volver a encontrarme con Elisa Sanz y sus espacios fantásticos,  trabajar con  David Velasco y Nacho Valcárcel que están creando “in situ” el universo sonoro de este montaje, con la luz de Marta Graña. Recordaré los ensayos con Raquel Berini, Paula Castellano y lo que disfrutamos poniendo en pie “Hablando”. Queda la recepción del público pero no creo la verdad, que deje a nadie indiferente. 

MURIEL: No sé qué va a pasar en las funciones, pero intuyo que va a ser un viaje muy emocionante. Lo que ya sé seguro que me llevo para siempre son las horas compartidas con las estupendas mujeres de este equipo. Ha sido casualidad, pero es cierto que es un montaje mayoritariamente femenino. Eso sí, nos acompañan dos estupendos músicos con el espacio sonoro. Por otra parte, me quedé maravillada al conocer a Cruz Sánchez de Lara, que nos dio tantísima información con una tremenda implicación, interés y cariño hacia nuestro trabajo.

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