¿Qué desprende este montaje?
El público va a ver algo diferente, va a vivir un montón de emociones y estímulos, con los sentidos expuestos, a través de artes plásticas, música, diversión, erotismo, excitación… Es una propuesta muy generosa, ¡un canto a la vida!
Para usted, Manuela, éste es su gran primer estreno sobre las tablas…
¡Y estoy contentísima! Realmente emocionada, entregada y con mucha ilusión. Llevaba mucho tiempo esperando que me llegara algo así y El Español podía ser mi máximo sueño. Además, Darío Facal ha sido para mí un descubrimiento total. ¡Estoy disfrutando tanto el proceso, que casi ni pienso en el estreno! (risas).
¿Cómo son sus personajes?
Yo represento a Tisbea, una de las mujeres burladas. Ella es dueña de sí misma pero, en un momento de pasión, cae. Y le compensa, aún sabiendo que quizá eso le lleve a perder su honor y todo en lo que ella cree… pero ella elige sus actos.
¿Qué admiran y qué detestan de sus roles?
Cada día que me acerco a ella la admiro y la comprendo más. Tisbea parte de un monólogo en el que explica cómo ella está exenta de amor, sola y libre, hasta que llega un Don Juan que le hace sentir tal pasión y desenfreno que no puede evitarlo. Y eso le lleva a la tragedia máxima que es perder su honor, su casa y lo que ella tiene. La admiro en la fuerza que tiene, en cómo ha labrado su vida e, incluso, en su vulnerabilidad, porque aunque uno se haya creado unos ideales morales y piense que no va a caer en unas redes, la vida de repente le tira todo por los suelos y le obliga a empezar de cero. Eso es muy humano y muy cercano. Y lo único que me puede no gustar es que ella después pide venganza. Quizás para mí, para Manuela, la venganza no es un valor admirable.
Darío Facal asegura que este espectáculo está lleno de todas las cosas que nos dan placer. ¿A qué se refiere?
A la música, la comida, el baile… está todo hecho como un canto a la diversión y a los excesos, sin filtros, sin leyes ni normas.
¿Por qué nadie debería perderse “El burlador de Sevilla” en el Español?
¡Por todo lo que van a sentir cuando lo vean! Es una propuesta muy diferente, es una obra clásica, en verso, pero no tiene nada de teatro clásico en su puesta en escena. Darío dirige esto como un concierto, como un show que mantiene al público con los ojos abiertos y haciéndole reír, porque tiene muchísimo humor. No es el Don Juan de Zorrilla, el más conocido, sino el primer Don Juan, del que nació después el mito.