¿Qué tienen de especial estas “Conversaciones con mamá”?
Son muy verdaderas. Es una función que no recurre a ningún artificio. Tiene cosas jocosas y al mismo tiempo tiene también unos valores afectivos muy interesantes. No es sentimentaloide, es el amor, el afecto, la verdad que sale a relucir entre esa madre y su hijo.
¿Cómo es su personaje?
Es una mujer que a pesar de haber sido fruto de su generación, es decir, ha cumplido con lo que estaba previsto que las mujeres hicieran, como es estar aferrada al destino de su marido, una vez que se ha quedado viuda vive su vida. Está a gusto, se las apaña sola muy bien y, aunque le gustaría que la relación con su hijo fuera más fluida, comprende la vida que vive, lo respeta. Está bastante conforme con su vida y es bastante independiente.
¿Cómo era su madre?
Era taquimecanógrafa, una mujer que trabajaba desde que tenía 20 años, pero eso no hizo que fuera independiente. Era muy voluntariosa, sabía que necesitaba ganar dinero porque la dependencia absoluta de mi padre no le gustaba, pero era una mujer muy ingenua. No se las apañaba por sí misma.
¿Y cómo es usted como madre?
Soy una persona bastante despegada. Estoy muy pendiente de mis hijos y ellos de mí, pero tenemos una relación más de amistad que de otra cosa. Nos entendemos muy bien, pero la verdad es que si tienen alguna queja de mí es que soy poco cariñosa.
Toda una vida como profesora y en el año 2000 cuando se jubila todo da un giro tras participar en una película. ¿Cómo ha cambiado desde entonces?
Soy lo mismo que era entonces. Me sigue gustando mucho estar con la gente joven, los entiendo bastante bien. Vivo sola y no he entrado en los círculos de actores y actrices que llevan toda la vida en esto porque no es mi vida. Yo soy una profesora jubilada que hace teatro.
Si le digo Juan Echanove, ¿qué nos contaría de él?
Es un actor como la copa de un pino –María recalca cada sílaba–. Lo he seguido siempre y me sorprende la seriedad con que hace su oficio, cómo no deja escapar ni un solo detalle, cómo cada función sale a muerte. Pone tanta carne en el asador, tanta energía… Es muy apasionado, tremendamente vehemente y trabajar con él es una gozada. Te da una seguridad muy grande.