Marta Etura

Más de una década de trabajo en televisión, teatro y, sobre todo, cine convierte a Marta Etura en una de esas actrices capaz de dar voz, de verdad, a cualquier historia. De esa premisa parte su identidad como actriz y es esa voz, esa defensa de este oficio, lo que le ha convertido en una de nuestras actrices jóvenes más reconocidas y prestigiosas. Con un Goya bajo el brazo y la vicepresidencia de la Academia de Cine, enfrenta un marzo cargado de trabajo…
“Invierno en el barrio rojo” y “Return”. Tiempos complicados que no pueden con Marta Etura…

Es importante poder generar tu propio trabajo. Me ofrecieron dirigir “Invierno…”, me llamó Chevi para hacer algo de danza y me puse a ello. Las dos producciones son propias, hemos sido nosotros los que hemos levantado el proyecto sin ningún tipo de ayuda y me siento muy orgullosa.


De hecho “Invierno en el barrio rojo” es casi teatro de andar por casa.

Tomamos prestados muebles de casa de los padres del productor, incluso algunos los encontramos en la basura. Dices estas cosas e imaginas que puede ser algo ‘cutre’, pero el resultado es muy bueno. En épocas de crisis la creatividad se pone en marcha. Lo importante cuando amas tu trabajo es el deseo de contar una historia y poner todo para hacerlo de la mejor manera posible.


Debuta como directora. ¿Cómo ha sido ver la vida desde el otro lado? ¿Le costó no subirse a las tablas?

Muchísimo (risas). Había días que me tenía que atar para no saltar al escenario porque yo me siento actriz, soy actriz y lo que me gusta es actuar. Pero también es muy interesante tener la mirada del director, una mirada desde fuera, con toda la globalidad de la historia… He tomado consciencia en mi piel de la cantidad de decisiones que maneja el director.


Y en las Naves del Español comparte con Chevi Muraday sus inquietudes acerca del amor…  

Hacía años que deseaba hacer algo así. Me apasiona la danza, bailo desde que era pequeña. No me puedo llamar bailarina porque para serlo hay que dedicarle mucho tiempo y yo le he dedicado los huecos, pero nunca lo he dejado porque me hace feliz. Danza y teatro son dos lenguajes que funcionan juntos perfectamente. Hace un año Chevi me lo propuso y estoy muy contenta de lo que hemos hecho.  


Un reto más…

Sí, fue un reto porque la danza parte de cero. Así como una película o una obra nacen de un guión o de un texto, aquí es un lenguaje muy abstracto, pero ha sido muy interesante. Nos pusimos a bailar, a aportar imágenes, a dar ideas y el resultado es algo muy sencillo y muy bonito.


¿Es más complicado esto o lidiar con la vicepresidencia de la Academia?

Es complicado hacer todo a la vez. Está siendo una época muy dura, de mucho trabajo. Es una profesión donde muchas veces se juntan muchos proyectos y otras veces tienes momentos muy vacíos, pero me gusta lo que hago y estoy feliz de trabajar.

 

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