Najwa Nimri

 Su nombre significa éxtasis en árabe, la lengua de su padre, y es que ese halo de misticismo que la envuelve marca el camino de la que es una de las actrices y cantantes más carismáticas de nuestro patrimonio artístico. Comprometida con sus ideales y provista de una fuerza arrolladora, Najwa Nimri pisa sus primeras tablas y lo hace con “Antígona”, la clásica tragedia de Sófocles trasladada a la actualidad bajo la fresca mirada de Rubén Ochandiano. Las Naves del Matadero se rinden a sus pies, desde el 6 de febrero.
“Antígona” arranca en el contexto de un país lleno de deudas e injusticias. ¿En qué se asemeja a la situación actual de España?

En todo. De hecho el objetivo está siendo conseguir hacer un grito a través de un grado de humor, dos de violencia y tres de poesía. Rubén Ochandiano ha creado una mezcla de realismo y foto violenta muy particular, con reacciones adaptadas, más coherentes al año 2013.


Hábleme de su papel.

Es una mujer que no se preocupa de razonar desde la razón, sino desde el instinto. Se enfrenta a un poder que muestra sus armas y ella muestra las suyas.


¿Qué tienen usted y su personaje en común?

Ambas hacemos lo que creemos que tenemos que hacer.


Antígona no parece temer a nada… ¿Y Najwa?

Ella está dispuesta a dejarse la vida por el camino, lo que pasa es que no ha sido madre. La maternidad me ha cambiado mucho. Cuando tienes un hijo empiezas a tener miedo de cosas que antes no temías, el miedo se agudiza.


Sabemos de su calidad interpretativa a través de una treintena de largometrajes, pero nunca había hecho teatro. ¿Por qué ahora?

Exclusivamente por “Antígona”.


¿Algún miedo ante este estreno personal?

A mí me dan miedo otras cosas ahora mismo… me da miedo la desilusión de la gente que tengo alrededor. Éste me parecía un país increíble al que yo he vuelto pudiendo haberme quedado en otros y ver en lo que se está convirtiendo… No me gusta nada. Me da miedo eso.


¿Y las críticas?

Ahora mismo no, estoy muy metida en  cómo va todo, totalmente conectada al mátrix, así que no me preocupa demasiado. Yo voy a dar todo lo que tengo que expresar ahí, ¡estoy trabajando a muerte!, pero no me queda tiempo para estar nerviosa (risas).


¿Cuál ha sido el papel cinematográfico de su vida?

El de “Los amantes del círculo polar” me trajo cosas muy bonitas, pero me quedo con el de “Salto al vacío” porque fue mi inicio.


Cuenta con grandes premios como actriz y cantante, pero ¿cuál es el premio que más feliz le hace?

Estos son momentos en los que, si la gente se siente medianamente acompañada, o si gritas con ellos, cuando ves al semejante pensando lo mismo que tú sin necesidad de mostrarlo de la misma manera, ya sea a través de “Antígona” o de una canción, es muy alentador. Que Rubén se haga escuchar de esta manera me parece un premio. ¡Merece la pena intentarlo!


15 años de carrera discográfica. ¿Balance?

La música es mi constante y sólo pienso en aislarme para juntarme con alguien y tocar. Acabamos de componer la BSO de “10.000 noches en ninguna parte” de Ramón Salazar y hemos hecho un trabajo muy bonito, con Iván Valdés y un cuarteto clásico.


Música o interpretación: ¿Con cuál se queda?

No puedo elegir, pero pienso mucho más en música, bien sea haciendo una sesión de DJ, componiendo un álbum de pop, haciendo una banda sonora… Cuando me ofrecen algo me tiene que suponer un reto, aprender, porque si no, lo que se refiere a la interpretación, te quema.


¿Una canción única?

“Is this love” de Bob Marley.


No puede vivir sin…

Café.


Es el ídolo de muchas personas, ¿quiénes son los suyos?

Los activistas cibernéticos (risas). Los hackers que son activistas a la vez.

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