Acabé cuatro años de interpretación, en los que me lo pasé muy bien y decidí presentarme a la carrera de dirección. Cuando hice las pruebas de ingreso en la Escuela de Arte Dramático ya para ser directora, pasé todo y en la entrevista final sólo a las mujeres nos preguntaron si pensábamos en estos cuatro años tener hijos y que si era así, no íbamos a poder entrar. Lo que nos estaban diciendo era impresionante. Han pasado años, pero no tantos. No se me olvidará cuando me preguntaron: “¿Tienes pensado tener hijos en estos cuatro años?”. Yo tenía veinte pocos, pero les contesté “no, pero espero que a los hombres les preguntéis lo mismo” y ellos se rieron. Para mí eso significó muchísimo. Ahí ya te están poniendo los primeros puntos sobre las íes. Luego lo que pasa es que los más de veinte años que llevo como directora siempre he trabajado en mi compañía de teatro. Ha sido maravilloso, he tenido y tengo a los mejores actores del mundo, siempre que una actriz se ha quedado embarazada le he facilitado una sustituta y en cuanto ella quería se volvía a incorporar. Siempre me he preocupado mucho de que las actrices tengan hijos cuando les salga de los ovarios y puedan volver a incorporarse a mi compañía. A veces, te dicen, ¿qué quieres, cielo?, estas cosas, pero a mí no me molestan mucho. Sí un poquito a veces de paternalismo, pero la verdad es que nunca he sentido que me trataran de menos por ser mujer, al contrario, a veces eso despierta un cariño divertido, un cariño del bueno, de buen trato. Soy muy defensora de celebrar el Día de la niña o del Orgullo Gay, porque si se celebran estas cosas es para recordárnoslo y replantear cosas. Creo que todo lo que sea ayudar desde las administraciones, desde las grandes alturas, a las mujeres es bueno. Yo, personalmente, toda mi experiencia como directora sólo te puedo decir que ha sido estupenda y que cuando he salido a dirigir en otras compañías no he sentido nada diferente por ser mujer.