¿Cómo se enamora uno de Roberto Zucco?
Más que Roberto Zucco, Koltès es uno de los mitos de los actores que empiezan, es un enfant terrible del teatro y siempre he sido un grupie de Koltès. Era algo que quería hacer desde hacía mucho tiempo.
Háblenos del mundo que mueve a su personaje.
Koltès toma como excusa la historia de un asesino en serie para hacer un retrato de una sociedad que se devora a sí misma, que está en crisis con sus valores y pone en cuestión los cimientos que creemos que nos fundamentan. Roberto Zucco es una especie de globo sonda dentro de esa sociedad que se busca a sí misma.
¿Es difícil quitarse el prejuicio moral al enfrentarse a un personaje así?
Buscas referentes para armarte, para encontrar asideros y encararlo. Busqué el personaje real, que era un tremendo cabrón, una persona que no tenía escrúpulos y que hizo mucho daño. En ese sentido tienes muchos reparos, pero después me di cuenta de que Koltès lo que hacía era dibujar un mito.
¿Cómo es ese dibujo?
El de alguien insondable, que no tiene moral, que es como un espejo de aquellos que se encuentra. Intenté entender los patrones que dibujaba Koltès, tomarlo como una partitura y hacerlo sin esos prejuicios morales que tenía al principio.
De su trabajo han dicho: “me pareció estar viendo a un joven De Niro”.
Yo no soy Robert De Niro, ¡más quisiera! Las comparaciones siempre son un poco incomódas y, al mismo tiempo, implican responsabilidad. En teatro tan pronto vienen palabras muy agradables, como bastante destructivas. Hemos recibido críticas muy buenas y es de agradecer porque no es una obra cómoda.