¿Qué es “¿Espía a una mujer que se mata”, cómo definiría brevemente esta obra?
Un texto escrito desde el conocimiento, desde un profundo amor al teatro y los actores, y puesto en escena con inteligencia teatral, emocional… sabiduría y amor mucho amor.
¿A qué nos enfrenta Daniel Veronese y, en cierto modo, Chéjov en esta adaptación de “¿Tío Vania”, qué temas trata?
Desde la desnudad, casi un espacio vacío, partiendo del hastío por la vida de todos y cada uno de sus personajes saltan por los aires en una hora y cuarto todas las emociones que podamos imaginar y Veronese en una vuelta de tuerca magistral nos habla también del teatro…
Uno, quizás, de los aspectos claves de la obra original sea el deterioro de la vida, el hastío, el tedio que muestran, por la razón que sea, cada uno de los personajes. ¿Eso también está en “Espía a una mujer que se mata”? ¿Cómo es la atmósfera de esta propuesta y qué tiene del original?
El hastío es parte fundamental en la obra de Chéjov y no podía abstraerse en “Espía…” Tío Vania es el alma, que se complementa, y de qué manera, con “Las criadas” de Genet, a partir del juego va mucho más allá camino de la meta-teatralidad…
Háblenos de su personaje, ¿quién es?, ¿cómo es?, ¿qué nos contaría de él?
En esta versión Serebriakov es un gran conocedor del mundo teatral… padre de Sonia, esposo, en segundas nupcias, de Elena, admirado por Maria madre de su primera mujer y de Vania del que en este omento ha perdido todo su respeto… enfermo, mayor…
Para abrir boca, ¿nos adelanta una frase de su personaje?
“toma nota… a ver: el amor es lo único que no debería faltar en el teatro, porque es profundo, es maravilloso, es eterno” … “en la vida tampoco debería faltar el amor sin embargo…”
Casi todos han trabajado con Daniel Veronese y varios coincidieron en “Los hijos se han dormido”. ¿Cómo es el mundo de Veronese, cómo es trabajar con él?
En mi caso es la primera vez que trabajo con Veronese y ha sido uno de los mejores regalos de mi vida profesional, trabajar desde el relajo, desde la creatividad, con la complicidad de todos los compañeros y sabiendo que enfrente tienes un maestro que te guiara y ayudara a transitar por las emociones sin aspavientos con sabiduría.
¿Por qué no debemos perdernos este montaje? ¿O qué nos vamos a perder si no lo vemos?
Porque no puedes permitirte, si te gusta el teatro, dejar de ver tanta verdad en menos metros cuadrados ya que te perderás un viaje por los entresijos del alma.
Hay un momento, creo que al final, en el que el personaje de Sonia dice algo así como “Yo creo en los sueños”. Si de sueños hablamos, ¿en qué sueño sigue creyendo usted?
¿Cómo ser original en la respuesta…? La verdad no está en los sueños, la verdad está aquí, y a la vuelta de la esquina… “Como decía Ostrovsky: Hay que trabajar, señores, hay que trabajar”