Roberto Álvarez

 
Festen o lo que en danés viene a ser fiesta, celebración… Y, sin embargo, se trata de un drama bastante salvaje…

Es un drama… ¿Qué palabra utilizaría? Incuestionable. Hay muy pocas cosas feas en la vida y esta es incuestionable, porque estamos hablando de un padre, de un pederasta, pero más que de eso, se trata del silencio de la sociedad o de la familia o del entorno de un personaje así. De los silencios que se producen, es decir, de la falta de denuncia, de la falta de arrojo también de los afectados para denunciar cosas así. Trata sobre los silencios, sobre los cómplices de los silencios, sobre el dolor de los que no pueden denunciarlo también. De la hipocresía en general de la sociedad con estos temas.


Después de ver la película, lo que más choca ya no es tanto el hecho, grave, horrible, de que un padre abuse de sus hijos, como la actitud, las actitudes de todos los presentes ante tal revelación… ¿De verdad somos tan hipócritas?

Sí, es el caso, se dan muchísimos casos. Uno lee cosas, te vas interesando, te van contando historias,  personas que te rodean, amigos, cada uno tiene una historia que contar. En el colegio en el que yo estaba por ejemplo se sabía que tal cura o tal otro… se sabía, que en la Iglesia ha habido varios casos. ¿Qué sucede cuándo esto pasa? ¿Por qué a ese sacerdote o a ese obispo no se le denuncia y no se le expulsa de su carrera profesional? Lo mismo, te puedo contar casos en una comunidad de vecinos… Unos por no meterse en líos, otros porque no lo pueden demostrar, porque ‘vete tú a saber’ y luego hasta en las propias familias se oculta… Tampoco se atreven a denunciar por no complicarse la vida, por no tener un drama familiar… Y las propias víctimas… Cuántos niños ha habido en un caso así y se sabe a lo largo de los años. No es que la película una ficción inventada, sino que es un retrato muy verosímil de casos que suceden hoy en día. De todas maneras, aparte de eso mismo, que es lo que pasó, la película y la obra de teatro hablan sobre todo de la dificultad de poner un caso de estos en una sociedad, en una familia, del dolor que produce y del silencio cómplice de la sociedad y del propio agresor para intentar tapar el asunto.


Roberto, usted interpreta al cabeza de familia. Háblenos de él, quién es, cómo es…

Esta obra se ha representado mucho en muchas partes del mundo y cada uno tiene una versión diferente, una manera de trabajar la obra desde ángulos diferentes y Magüi Mira me ha pedido que lo trabajemos desde el poder, desde la autocracia, desde el poder absoluto, desde un padre que se permite cualquier cosa porque considera que todo lo que le rodea es suyo, le pertenece. Es un poco el mito de Saturno que se come a su hijo por si acaso algún día llega a destronarle. Hay algo de eso, está trabajado así, como una persona muy distante, muy poderosa y que esto lo ve normal, porque lo considera absolutamente permitido y permisible porque él es el dueño de todo, también de la vida y de las emociones de sus hijos y de su entorno.


¿Hay posibilidad de redención, de perdón para alguien como este padre que abusa de sus hijos? De perdón por parte de los demás y también de perdón hacia sí mismo…

Eso es una gran pregunta que aún me hago yo. Esa es la clave. No es por comparar con la película, porque todo adquiere una dimensión distinta en el teatro. Ahí hay un punto de inflexión que sucede en minutos al final de la obra y en el que uno no sabe bien si el padre se ha arrepentido o no se ha arrepentido. Yo pienso que no, ha visto que ha perdido y yo lo interpreto a día de hoy como que ha perdido lo que él tanto valora, que es el poder sobre los demás y eso le fastidia, pero no creo que se arrepienta exactamente de lo que hizo, entre otras cosas porque este tipo de personas, como cualquiera que tiene un vicio, por ejemplo fumar, por lo visto hay algo de que no lo pueden evitar pero al minuto siguiente se olvidan por completo de eso y son encantadores. Y hay algo también de que no se pueden arrepentir de algo que para ellos sucede a su pesar. En este caso el tratamiento de Magüi desde el poder yo creo que él está dolido, pero no arrepentido.


¿Qué frase del texto es la más dura o la más impactante? ¿Cuál destacarían?

La parte del texto que más me impacta es, desde luego, cuando se levanta Christian y dice un par de cosas, yo mismo como actor tengo que tener un aguante para poder sostener mi personaje… la acusación es muy grave, está muy bien escrita, está muy bien interpretada por Gabriel y en ese momento me cuesta mantener la entereza, pero es mi obligación porque al personaje le importa un pimiento lo que dice, pero esa parte es muy impactante para el espectador.


¿Qué tienen las celebraciones familiares que parece que a diferentes niveles sacan lo peor de nosotros?

Ay! Es verdad… Es una lástima, tienen que los seres humanos somos un desastre. Es muy decepcionante… En mi familia no sucede, porque somos muy bien avenidos, pero parece que en la mayoría sí… Efectivamente somos un desastre y no hemos aprendido lo principal, que es saber entendernos y querernos en general y esta película y en esta obra de teatro de forma muy manifiesta.


Aquí la maestra de ceremonias es Magüi Mira. ¿Cómo es trabajar con ella?

Es una combinación entre la inflexibilidad, saber lo que quiero, y el absoluto trato exquisito a las personas que la rodean. En ella encontramos los actores más halagos, más ánimo que desánimo y, sin embargo, tiene la virtud de ser inflexible con lo que quiere. No cede nada, hace muy bien, es su trabajop pero te hace sentir seguro. Y luego es una característica suya que parte de una visión muy arriesgada del espectáculo para poco a poco ir limándolo y ajustándolo, haciéndolo sostenible. A partir de un lugar muy ambicioso, lo que queda siempre es lo que el texto propone con una limpieza innegable,pero con un cierto aroma a personalidad de MAgüi que resulta interesantísimo.


¿Qué nos vamos a perder si no vamos a ver «Festen»?

Un bofetón en la conciencia, un espectáculo muy, muy, muy solvente, muy desgarrador en el mejor sentido de la palabra, en el sentido de impactante. Y luego también con un final liberador, uno sale de ahí liberado y pensando, quiero pensar yo, que no hay nada como dar pasos y decir la verdad.

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