Roberto Enríquez, Lidia Otón y Ainhoa Amestoy – Los cuernos de don Friolera

Don Friolera, un militar en sumo preocupado por la reputación y la disciplina, sospecha que su esposa, Doña Loreta, le es infiel con Pachequín, el barbero. Al menos eso insinúa la nota anónima que ha recibido y los rumores e insinuaciones de vecinos y conocidos. Cegado por los celos y su sed de venganza, don Friolera se propone asesinar a su esposa y al supuesto amante… Hace cien años, don Ramón María del Valle-Inclán pergeñó la trilogía “Martes de Carnaval” de la que forma parte esta pieza, un hito dramatúrgico y estético del siglo XX que ahora se pone en pie desde la mirada y la sensibilidad actuales. Ainhoa Amestoy capitanea un magnífico elenco en el que ocho actores dan vida a una obra que transita desde los rapsodas griegos hasta el teatro de títeres, pasando por el redescubrimiento del honor calderoniano, los celos shakespearianos, la reflexión sobre el arte y la sociedad en España, el distanciamiento brechtiano y la omnipresente mirada del pueblo con su ancestral sabiduría. Por VANESSA RAMIRO.

Pese a escribirla en un momento de plenitud literaria, la trilogía “Martes de Carnaval” casi no se representó hasta más de medio siglo después de su publicación. ¿Cómo se entiende esto?

Roberto Enríquez: Valle-Inclán escribe “Los cuernos de Don Friolera” en 1921 y se estrena por primera vez en 1936, en este estreno estuvo involucrado Federico García Lorca, finalmente se estrenó en la Compañía de Rafael Alberti. Además, el teatro de Valle-Inclán durante el franquismo estuvo vetado. Hay muchas teorías, para mí la más plausible es que, primero, fue un adelantado a su época, es un autor modernísimo en cualquier época, pero en aquella aún más. Fue también un contestatario que criticaba y no dejaba títere con cabeza a todos los poderes establecidos, desde la iglesia, los militares, los políticos, la intelectualidad, incluso al propio pueblo. Con todas estas cosas, en su momento cuando se iba a estrenar la obra Valle-Inclán pidió que no se estrenara porque no quería que se politizara. Durante el franquismo se le tachó de marxista entre otras cosas por lo que es un autor muy incomprendido y para mí, uno de los autores más grandes de nuestro país.

Lidia Otón: Porque estuvo prohibida durante todo ese tiempo. “Martes de Carnaval” resultaba demasiado moderna e innovadora para su tiempo, con un estilo como el esperpento que deformaba la realidad y utilizaba un lenguaje difícil y una dura crítica a la sociedad española, especialmente a la religión, la burguesía y el ejército. Todo ello hacía que no resultara fácil para el público ni para los sectores más conservadores.

Ainhoa Amestoy: Como sabemos, nuestro país experimentó un momento difícil tras la Guerra Civil, que condujo a la cultura hacia una línea determinada en detrimento de otras. Además, Valle-Inclán es un autor crítico y poco convencional, hasta el punto que en muchos casos se ha considerado irrepresentable.

¿Sigue siendo tan moderno Valle? 

Ainhoa: ¡Absolutamente! A día de hoy nos deja perplejos con su manejo de la palabra poética o su osadía estética, entre otros muchos aspectos. Tiene mucho que decirnos y nuestro deber es seguir descubriéndole. Nosotros esta vez incluso hemos sumado sus imprescindibles acotaciones.

Roberto: Valle-Inclán para mí es de absoluta vigencia, es un autor con un universo propio, una forma propia de hablar, aunque todo el mundo dice que era un gran retratista, en el sentido de que todo el lenguaje que se utiliza en la obra es un lenguaje tabernario y que Valle-Inclán lo podía escuchar entre militares y gente que iba a las tabernas, luego tenía que pasar por el filtro de un genio para darle a toda la obra esa pátina particular que no tiene la vida, aunque todo el rato reconocemos la vida misma. Por eso es un autor que nunca pasa de moda y luego el tema que trata, él hace con esta obra una disección de lo que pasa incluso hoy en día. Está muy de actualidad un episodio en un conocido reality que se ha convertido en un meme que ha recorrido el mundo entero sobre una infidelidad en directo. Esto de lo que habla Valle-Inclán sobre la perdida del honor por parte de los hombres sigue estando de absoluta vigencia y tenemos la cifra de las mujeres asesinadas en manos de sus parejas. Hay dos sombras que persiguen, una a los hombres, el de ser un sumiso con lo que tiene que demostrar su hombría y la mujer, la sombra de ser una puta y no ser virtuosa. Estas dos espadas de Damocles inciden directamente en que las cosas se desarrollen de esta manera. Por eso la vigencia de Valle-Inclán.

Lidia: Y porque temas como la corrupción, la desigualdad, la violencia doméstica y el machismo que abordaba en sus obras siguen candentes en nuestra sociedad actual.

Hablamos de esto porque precisamente estrenan “Los cuernos de don Friolera” en los Teatros del Canal. ¿Por qué esta obra, Ainhoa?

Ainhoa: Uno de mis objetivos como directora residente de Teatros del Canal era llevar a escena textos y autores relevantes del siglo XX. Este título no fue representado en las pasadas décadas todo lo que merecía. Es la cumbre del esperpento: el autor expone en la obra de manera magistral la teoría del género y la desarrolla.

Háblennos de sus personajes.

Roberto: Friolera para mí es la antítesis del militar heroico, es un hombre que tiene gustos por la música, por cantar, por la guitarra. Le acompaña un chuchillo medio ridículo, Merlín, y se declara ateo y falto de consuelo religioso. No responde en absoluto al patrón de un militar, lo que pasa es que se ve abocado a cumplir un destino trágico para el que no está preparado y que no forma parte de su esencia. No es un Otelo que descubre que su Desdémona le es infiel y la mata por celos, él, que también siente celos, en un momento dado se plantea, y si esto no lo supiera nadie, si aun sabiéndolo yo, hiciera como que no lo sé. Valle-Inclán incide mucho es que es un militar y en el cuerpo de carabineros no puede haber maridos cornudos, la honra tiene que preservarse. La opción es que lo defenestren socialmente por ser un cornudo, así que todo el entorno empuja a este personaje a que finalmente haga lo que acaba haciendo y que no quiere hacer. No es una manera de justificarlo, sino que no se puede utilizar la figura de Friolera como única culpable de este asesinato, sino que es toda la sociedad cómplice también. Hablando de otros aspectos de este personaje es un tipo acomodado que vive feliz y que para él todo está correcto, que al trabajar en un puesto fronterizo se beneficia de las mordidas del contrabando. La vida pasa maravillosamente bien hasta que recibe el anónimo que le avisa de la infidelidad de su mujer y que desencadena todo.

Lidia: Mi personaje es Doña Loreta, la mujer de Don Friolera, un militar celoso obsesionado con el honor y las apariencias. Es una mujer alegre, coqueta y seductora, empoderada para su tiempo, que se revela contra el carácter obsesivo y controlador de su marido, víctima de la sociedad machista y represiva en la que vive.

¿Cómo son el resto de personajes que pueblan esta historia?

Ainhoa: Tenemos ciegos, militares, contrabandistas, señoras, niños, perros, y hasta loros. Personajes que, en su mayoría, trabajan y viven en el vecindario de Friolera y que configuran la sociedad que observa, juzga y presiona al protagonista. ¡Una suerte de “Gran Hermano”!

¿Y su puesta en escena? Porque la historia se plantea a través de tres visiones: teatro de títeres, una obra al uso y como un romance de ciego.

Ainhoa: Yo defiendo ese planteamiento osado de Valle e intento volar con él en la opción metateatral. Intentamos comprender el esperpento desde la mirada del siglo XXI.

¿Cómo es trabajar a las órdenes de Ainhoa Amestoy?

Roberto: A Ainhoa Amestoy le tengo que agradecer infinito que me haya dado la oportunidad de hacer la obra y a Don Friolera, que es un personaje maravilloso, y hacer a Valle-Inclán, que es un sueño y que lamentablemente se representa tan poco, siendo tan magnífico. Le estaré eternamente agradecido. Luego también por tener el buen instinto, olfato y talento de seleccionar a un grupo de actores superlativos que se asoman a Valle-Inclán con mucho talento. Creo que Ainhoa, además de ser una trabajadora incansable, es muy entusiasta y diría que deja que la gente se abra a poder manifestar lo que le está pasando con lo que está haciendo, con lo que siente y ve. Es una forma de dirigir muy abierta y es un gustazo.

Lidia: Siempre es un reto por los diferentes enfoques de sus puestas en escena, siempre a la búsqueda de nuevas formas de expresión, con un trabajo físico exigente y riguroso y una capacidad de trabajo incansable. Por otra parte, es una directora cercana que sabe escuchar las propuestas y necesidades del elenco y que disfruta del trabajo de sus actores y nos hace partícipes de ello.

Roberto Enríquez, Nacho Fresneda, Lidia Otón, Ester Bellver, Pablo Rivero Madriñán, Miguel Cubero, José Bustos e Iballa Rodríguez. ¡Menudo equipo ha reunido sobre las tablas!

Ainhoa: Enormes artistas todos ellos, como se verá; todos dejan una pincelada en la propuesta que les hace únicos. Han partido de una verdad profunda para luego entrar en el universo del juego de esta tragicomedia, que nos deja momentos de continua carcajada y otros de enorme emoción.

Hablábamos antes de la modernidad de Valle. ¿Qué tienen que decirnos este autor y concretamente “Los cuernos de don Friolera” a los espectadores de este 2025?

Ainhoa: Precisamente nos habla de temas que nos apelan extraordinariamente, como la violencia machista, las fake news o la identidad (¿hacemos lo que los demás esperan de nosotros o lo que verdaderamente queremos hacer?).

Lidia: Valle sigue explorando a través de su palabra en la naturaleza humana y aún hoy continúa resultando innovador y sorprendente. Lleno de humor y de tragedia, como la vida misma.

Además de directora de la obra, también forma parte del equipo de producción. ¿Hay que estar un poco loco para jugarse los cuartos en el teatro o amar mucho este oficio?

Ainhoa: Supongo que ambas cosas. No es un oficio fácil, pero nos atrapa y es difícil escapar de él. Tal y como está construido este negocio, es habitual que las personas que nos dedicamos a la dirección de escena tengamos que tener empresas para desarrollar nuestro trabajo.

Estival Producciones arrancó en 2005, veinte años de trayectoria. ¿El balance es positivo?

Ainhoa: Resistir veinte años con una empresa teatral es un milagro. Alejandro de Juanes y yo hemos producido espectáculos de los que nos sentimos muy orgullosos, como “Desengaños amorosos” o “Amor, amor, catástrofe”, ganadores de importantes premios. Y estamos decididos a seguir otros veinte, mejorando con cada nueva propuesta. Esperamos que este nuevo proyecto de Valle, donde llevamos la producción ejecutiva, sea un éxito.

Teatros del Canal – Nº Marzo 2025

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