¿Qué ofrece “El pequeño poni”?
MARÍA ADÁNEZ: El drama de un matrimonio que, ante la negación del colegio de su hijo Luismi de 10 años a que este entre por llevar una mochila de “Mi pequeño pony”, empieza todo un conflicto.
ROBERTO ENRÍQUEZ: Es un drama contemporáneo y tenemos el privilegio de contarlo, algo que siempre ha ocurrido pero que ahora se le está empezando a poner nombre y a dar visibilidad.
Ustedes interpretan a…
MARÍA: Irene, la madre. Ante la problemática del niño en el colegio y la agresión física y verbal que está sufriendo, decide ser más pragmática a priori que su marido. Es de la teoría de que, si el problema es la mochila, fuera la mochila, ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Aboga por la protección, por hacer que no sigan pegando e insultando a su hijo. Presenta más el miedo en el que vivimos.
ROBERTO: Jaime, el padre, un taxista bastante filantrópico que no vive con los pies muy pegados al suelo. Tiene unos valores y un alto concepto de lo que es la ética y esto, que en principio es bueno, se acaba convirtiendo en un arma de doble filo al sentirse prisionero de esta forma de pensar. A medida que transcurre la historia, él, que aboga por el derecho de la libertad de cada individuo para buscar su identidad, acaba llevando esta premisa a un sitio muy radical: se termina convirtiendo en un talibán que pasa por encima de lo que su hijo piensa y siente por ese ansia de justicia. Este problema le viene muy grande…
Partiendo del bullying como tema central, ¿qué otros valores pone en la palestra esta función?
ROBERTO: Se sirve del bullying para hacer una radiografía del ser humano, porque este conflicto es un pretexto para hablar de la esencia del ser humano actual. MARÍA: Brindamos muchas pautas al público. Aparte del acoso escolar, la función aborda temas tan interesantes como la tolerancia, el respeto al diferente –¡que diferentes somos todos los seres humanos del planeta!– y plantea preguntas: ¿qué hace el sistema con los que se salen un poco del rebaño? • ¿Se trata este de un asunto meramente infantil?
MARÍA: No es solo una cuestión de niños, pero los niños son un reflejo de la sociedad, de sus padres, de todo lo que les rodea. Todos somos responsables del acoso escolar, es un problema de una sociedad enferma con valores enfermos. Ese reflejo también está en las aulas, en la violencia de los alumnos.
“El pequeño poni” llega a Madrid con una mochila llena de aplausos por la gira española que comenzó en febrero. ¿Qué momento de la misma será difícil olvidar?
MARÍA: Hicimos un encuentro con el público en Pamplona en el que se quedaron 300 personas con nosotros. Se creó un espacio de escucha donde muchas madres y muchas familias pudieron expresar que sufrían esta problemática con mucha soledad y silencio, sin nadie a quien acudir. Fue muy emocionante para nosotros que se pudieran desahogar y escucharnos entre todos.
ROBERTO: Fue algo realmente catártico, algo que le da verdaderamente sentido al teatro. Y esto es algo que ocurre a diario en la función: la tensión, el silencio que guardan los espectadores en determinados momentos se corta con un cuchillo. Nosotros notamos, sentimos y oímos la emoción del público. Y ahí se cumple el objetivo de esta función, que es hacer preguntas, remover, poner un espejo.