“Un cuerpo que celebra ser mujer, inmerso en el sentido trágico de la fiesta…”. ¿Qué es “Caída del cielo”, cómo definiría este espectáculo?
Es una obra digamos muy mujer, aunque no es una obra feminista. Están definiéndola mucho así y tampoco es cierto. Es una obra en la que hay un recorrido, hay dos caras opuestas de una misma persona, tanto de mí como de los músicos que están en el escenario. Hay toda una cara de pureza, de limpieza, de una pureza extrema que la baso sobre todo en el silencio, en el vacío hasta tal punto que puede llegar a aburrir. Y luego una caída, un descenso hacia una parte de mucha más oscuridad, donde se come, se salta, se baila, nos confundimos, nos mezclamos y digamos que la elección también de estar vivos que se acerca al sufrimiento y a la muerte.
Dicen que esta obra es un viaje, un descenso… ¿A dónde nos va a llevar a los espectadores?
Supongo que cada espectador tiene su propia lectura. Sobre todo el comienzo te puede llevar a observar, a quedarte muy indiferente, porque no entiendas por qué está arrancando así la obra. Luego te puede provocar, te puedes reír mucho, hay personas a las que les resulta un poco repugnante también. En definitiva toca muchos puntos de forma también irónica en algunos momentos y en una forma más dura en otros.
¿Qué ha querido expresar con este espectáculo? No sé si hay un mensaje detrás.
Realmente no hay un mensaje, el mensaje en todo caso es el mío de siempre: mostrarme tal y como soy y también me gusta hacer reaccionar un poco a la gente tratando temas que te pueden ruborizar un poco pero que están en nosotros en el día a día. Tampoco quiero decir nada en especial, o quizás sí: la fortaleza de la mujer, por el sentimiento desde donde parte toda la obra es desde mis ovarios, y, sobre todo, la libertad, como en todas mis obras, de poder expresar lo que sea.
¿Cómo definiría Rocío Molina su estilo?
Si vas pensando en ver un flamenco tradicional te llevas una sorpresa, pero si te dejas llevar por las emociones simplemente… No sé cómo me definiría… Hay gente que no ha visto nunca flamenco y sale encantada, otra sale enfadada y hay otra cosa que no sabe decirte cómo sale, dice 'no sé si me ha gustado o no porque necesito tiempo para asimilar lo que he visto'. Hay mucho derroche de energía, mucha entrega y eso sí es algo que la gente también te agradece.
Desde el estreno de este espectáculo, a nivel personal, ¿qué está siendo lo más bonito de este viaje?
Ha sido un recorrido muy bonito, me ha enseñado muchas cosas y también hay una parte de sufrimiento, que se ve también mucho casi al final de la obra, es un sentimiento muy de mujer… Es una obra donde me siento más mujer que nunca y ha sido muy bonito.
Desde 2014 es artista asociada al Chaillot de París (este trabajo está coproducido con ellos). ¿Cómo la tratan en Francia?
Esa diferencia en la importancia que ellos dan a la cultura y la protección a los artistas, porque saben que el arte y la cultura de alguna forma dan cultura al pueblo y ellos te apoyan. Yo he encontrado en el Teatro Chaillot y en toda Francia ese apoyo a la creación, a que el artista vaya probando y que tampoco por obligación tiene que ser bueno lo que hagas, sino que a base de probar, de investigar, de ensayo-error y ese es el apoyo real, dar la oportunidad de trabajar con los medios, con un equipo técnico, con un teatro, con días, sin presión. Es la mejor forma y aquí desafortunadamente no existe esa forma de trabajar ni de apoyar el arte.
Ha triunfado en grandes teatros de Singapur, Londres o Nueva York. ¿Qué sensaciones cree que tendrá al pisar las tablas del Español?
¡No sabes la ilusión que me hace! Siempre he querido ir al Teatro Español y en Madrid. Es como que cuesta tanto llegar en tu propio país… Tengo muchísima ilusión, porque llevo años mostrando mi arte fuera de España y cuando lo muestro en España me ilusiona muchísimo.
Cuando recibió el Nacional de Danza no tenía ni 30 años. ¿Qué deja para el futuro?
(Risas). Es que yo curiosamente nunca he tenido proyectos futuros, siempre estoy en el momento y me dedico a hacer las obras que me va pidiendo mi cuerpo pero no tengo grandes visiones porque yo siempre me quedaría como estoy, esto me parece bien, seguir pudiendo hacer mis obras y pudiendo girar con ellas y con la familia, que es mi compañía. No tengo grandes proyectos, me van viniendo y me voy sorprendiendo porque nunca me espero que me lleguen cosas así tan grandes como fue el Nacional… Van siguiendo entrando cosas y digo 'dios mío, pero si yo no he pensado en esto en mi vida'.