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Publicado el 13 de Abril de 2023 a las 11:30 horas

Segundo estreno del día... "Valor, agravio y mujer", de Ana Caro Mallén, en el Teatro de la Comedia

Segundo estreno del día...

Ana Caro de Mallén gozó de la admiración de sus contemporáneos, publicó sus obras en solitario y en antologías con escritores de primera fila e, incluso, alguno se refirió a ella como la décima musa andaluza, pero para nosotros es casi una desconocida. Ahora la potencia de la voz femenina durante el siglo XVII nos llega cual viento que arrastra y que sana gracias a "Valor, agravio y mujer", un texto, cuya versión firma Juana Escabias –que publica también estos días su teatro completo en Cátedra– y dirección, Beatriz Argüello. La cita, en el Teatro de la Comedia del 13 de abril al 4 de junio.

Una deliciosa comedia en la que la protagonista es Doña Leonor, una mujer agraviada por Don Juan que, vestida de hombre, viaja tras él a Flandes para vengarse. Allí urde una trama de enredos con los personajes que se encuentra llegando a conquistar a la Condesa Estela, el nuevo amor de Don Juan. Sobre las tablas, Lucía Barrado, Pablo Gómez-Pando, Jesús Hierónides, Ignacio Jiménez, Natalia Llorente, Luis Moreno, Julia Piera, Paco Pozo y Sol Vicente

Hemos charlado con Juana Escabias y Beatriz Argüello y nos han contado algunos de esta autora casi desconocida:

Beatriz: Es una gran dramaturga del Siglo de Oro. Tan solo nos han llegado de ella dos comedias, cuatro relaciones de sucesos, una loa, un coloquio sacramental y cuatro poemas sueltos. En ellos se ve un gran dominio en la escritura y un vasto conocimiento tanto de la cultura clásica como de la contemporánea de su época.

Juana: Fue una mujer que alcanzó fama y reconocimiento de todos sus contempo-ráneos. Luis Vélez de Guevara le asignó el epíteto de Décima musa andaluza, porque era muy buena poeta. Nació en Granada y la familia se fue luego a vivir a Sevilla. Allí empieza a hacer su carrera literaria, se da a conocer enseguida, era amiga de Vélez de Guevara, de María de Zayas, una mujer muy admirada. Estrenó en los corrales de comedia, publicó sus obras al lado de Calderón de la Barca, de Tirso de Molina, de Vélez de Guevara, de Antonio Hurtado de Mendoza, de todos los grandes de la época, incluso de la propia Sor Juana Inés de la Cruz.

Lumbre de tiempos nuevos 

Ana Caro de Mallén nos ofrece en Valor, agravio y mujer un mundo donde la herencia del patriarcado comienza a tambalearse, donde la mujer, aun viviendo en él, es capaz de vislumbrar nuevas maneras y nuevos horizontes. Doña Leonor todavía se debe transmutar en Leonardo para conseguir su objetivo, pero es precisamente en este hecho donde encuentra la libertad del juego como motor de la acción dramática. La mujer/hombre vive en el riesgo, en el borde del acantilado, en la frontera de su propia consciencia. En secreto. Sin ser vista.

Doña Leonor viaja a Flandes para saldar una deuda con Don Juan con la muerte o con el amor. Ella sabe que las deudas adquiridas perduran en el alma como cicatrices imborrables y no está dispuesta a que cristalicen (sabe además que todos somos responsables de lo que hacemos, pero también de lo que no hacemos). Y allí encuentra a Don Juan, esclavo de su propio mito y ejerciéndolo como es debido con otra mujer. Es entonces cuando nuestra heroína modifica el sufrimiento en juego, el dolor en ingenio y el bloqueo en velocidad.

La maquinaria de sus enredos se pone en marcha dinamitando de a poco el ego de su enemigo amado. Doña Leonor, en la acción de desdoblarse en Leonardo, aprenderá a amarse a sí misma y transformará la «mancha» de la deshonra femenina en virtud, liberándola de las ataduras de la vieja tradición patriarcal. Así pues, ya no le hará falta matar al que la agravió porque ha aprendido que la virtud y la dignidad no necesitan ser restauradas por el otro, sino por uno mismo.

Ana Caro de Mallén decide que triunfe el amor. Decide que Doña Leonor acepte a Don Juan después de todo porque es capaz de verlo con ojos nuevos en cada instante. Porque ha sido capaz, a través del VALOR, de darse cuenta de que no debe existir AGRAVIO alguno en el alma de la MUJER.

Beatriz Argüello

 


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