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Entrevista a Lucía Miranda por La cabeza del dragón

Publicado el 01 de Septiembre de 2022

Entrevista a Lucía Miranda por La cabeza del dragón

Obra: La cabeza del dragón - Teatro María Guerrero

 “El universo de Valle y mi universo a priori eran bastante diferentes y ahora ya han hecho match” 

Lucía Miranda es directora de escena, dramaturga, arte-educadora y fundadora del Cross Border. 15 años después de dirigir su primera obra, “La cabeza del dragón”, vuelve a ella y nos cuenta la historia de un joven que se rebela ante el designio heredado... Y hay amigos y un bar y un amor imposible y un cara a cara con la muerte. Una propuesta wagneriana, cinematográfica y anacrónica a través de la cual nos invita a preguntarnos qué es la tradición... Por R. P.

Abre la temporada del María Guerrero. ¿Ganan las ganas o la responsabilidad?

¡Ganan las ganas! Es una responsabilidad abrir una temporada y no una temporada de cualquier teatro, sino del María Guerrero, pero el proyecto es tan delicioso y poder trabajar con un elenco menor de 30 años... que ganan las ganas.


¿Qué es esto de educar?

Para mí educar es preguntar. Para mí tanto el trabajo en el aula como el trabajo en el teatro tiene que ver con la pregunta. Creo que educar tiene que ver también con generar espacios donde todas y todos nos escuchemos y podamos escuchar opiniones diferentes a las nuestras y con poder aprender a transgredir y encontrar espacios de libertad. Todo eso es educar para mí.


El teatro como un “tablado de marionetas gigante para educación de príncipes”, príncipes que somos nosotros, el público.

Ha sido un proceso largo que comenzó cuando Alfredo Sanzol me invita a dirigir una propuesta de Valle. Elijo “La cabeza del dragón”, que forma parte de una trilogía que se llama “Tablado de marionetas para educación de príncipes”. Quería que todo el María Guerrero fuera el escenario de la pieza, hacer un inmersivo, pero el María Guerrero es Patrimonio y ahí comenzó todo un diálogo con la tradición, con el propio espacio, con qué se puede hacer y qué no en ese espacio y cómo ponerlo a favor y jugar con lo que hay. Entonces vino la idea de que los palcos pudieran ser pequeños retablos que se abren y se cierran donde aparecen y desaparecen los actores. Es una propuesta con un uso del patio de butacas y de los palcos muy especial.


Háblenos de “La cabeza del dragón”.

Es la obra que Valle-Inclán escribió para niños. Es la historia de un príncipe que no hace lo que el rey ordena, que es mantener a un duende escondido. Tiene que huir y llega a otro reino, donde se enamora de una princesa que va a morir a manos de un dragón.


Pero usted va más allá...

En realidad para mí nos enfrenta a la tradición. Habla de cómo el príncipe Verdemar se enfrenta a lo establecido y el precio que paga. Igual ocurre con la princesa, que tiene que morir a manos del dragón porque es lo que ordena la ley y uno no sabe muy bien de dónde viene esa ley, pero es lo que hay que hacer. “La cabeza del dragón” habla de qué tradiciones son las que heredamos, por qué las heredamos, qué hacemos con ellas ahora y en la adaptación que yo he escrito creo que más radicalmente porque una de las cuestiones que se me planteó fue que había que respetar el texto de Valle tal cual, que se podía adaptar, pero no versionar. Ha sido todo un diálogo con esa tradición y pensar en cómo la traía al ahora y creaba un puente entre lo que Valle quería contar y lo que yo quería contar, entre el universo de Valle y mi universo, que a priori eran bastante diferentes y ahora ya han hecho match.


Tenía 25 años cuando dirigió esta pieza por primera vez. A punto de cumplir 40, ¿ha cambiado su mirada?

Cuando la hice con 25 años la obra hablaba del viaje, de cómo uno se enfrenta a lo extraño y a lo nuevo. Ahora con casi 40 años lo que me interesa es lo que creo que también podía interesar a un elenco menor de 30 años, que es de qué habla la tradición teatral y de qué queremos hablar los creadores de ahora. Cuando tenía 25 años no pensaba en quién era, yo hacía y ahora que tengo casi 40 ya puedo adivinar quién soy o sé qué tipo de creadora quiero ser.


¿Qué tiene que decirnos este Valle-Inclán a los espectadores del 2022?

El Valle de esta obra tiene mucho que decir, porque es un tipo que te repite que para saber del presente, para entenderlo, tienes que saber del pasado. A los espectadores del 2022 Valle nos va a hablar de que hay cosas que pasaban hace cien años, que se criticaban, y que siguen existiendo ahora, como los suicidios en la gente joven, como la violencia a la mujer, como la monarquía, como los jerifaltes-políticos que andan robando dinero, que ya lo hacían entonces y lo siguen haciendo ahora... De lo que habla es de lo que se ha hablado siempre y que sigue sucediendo.


La obra original está escrita para niños, pero usted define su propuesta como wagneriana, cinematográfica y anacrónica. Cuéntenos qué propone…

Wagneriana porque creo que la obra de Valle-Inclán con las acotaciones ya pide una cosa muy de ópera. De repente sus obras demandan un elenco enorme, en este caso te habla de condes, duques, de toda la Corte, de animales, de músicas, de sonidos, de no sé cuántos espacios diferentes... Es una concepción del teatro muy operística y a Valle Wagner no le interesaba como compositor, no le gustaba su música, pero sí le gustaba la tipología de ópera que creó.

Cuando me pregunté cómo hacer una obra wagneriana en el sentido de Valle-Inclán y del uso de sus acotaciones, me vino el site-specific y el inmersivo. Poder usar el espacio del María Guerrero omo espacio inmersivo me parecía una gozada y una manera de poder enganchar con esa propuesta wagneriana.

Creo también que la obra de Valle es muy cinematográfica, te habla de planos muy diferentes, hace alusión todo el rato a flashforward, a flashback, a sueños que tienen los personajes, a pesadillas... La adaptación tiene que ver con eso. Hay muchas cosas en esta adaptación que son creación de escena de las que Valle habla, pero que no están escritas y hay un trabajo muy hermoso con las acotaciones. Hay una cosa muy de cine pensando en llevar al espectador la mirada hacia ese sitio.

Y después anacrónica porque cuando tú lees "La cabeza del dragón" hay algo muy loco de que la pieza puede ser una obra medieval por cómo habla de castillos, de príncipes y princesas, pero también está hablando de que hay automóviles que pillan a personas, con lo cual no puedes estar en el medievo y hay alusiones claramente a la Segunda Guerra Mundial y al nazismo. Es una pieza muy anacrónica... Y eso es algo que ha dado mucho vuelo a la adaptación.


¿Y todo esto para niños?

Yo estoy bastante enfadada con el mundo en general. Creo que vivimos en una sociedad profundamente adultocéntrica, que se ha olvidado de la infancia, una sociedad de adults only y en el teatro también se ve. Yo ahora que tengo una niña y que quiero ir a ver teatro me cuesta horrores encontrar propuestas teatrales infantiles de manera habitual. No pensamos ni el mundo ni el teatro para los niños.

Hace poco leía una cosa de Ana María Matute que para mí tiene mucho que ver con esto de Valle, decía algo así como que siempre hablamos de los niños como los adultos que serán, en lugar de hablar de los adultos como el niño que fueron y creo que tiene razón. Habría que ver más al adulto como el niño que fue, porque eso nos haría cuidar al niño como se merece y seguir jugando y seguir creando puentes con ese niño. Para mí hay también en la propuesta algo subversivo de plantear una obra de niños para mayores y que salgan los mayores y digan 'Pero qué bonito esto, qué divertido, qué loco' porque va a ser muy loco, muy loco y que se puedan enganchar a esa locura que tiene el texto de Valle y que va a tener la propuesta y que es una locura infantil.


También dada la cantidad de tópicos de princesas que contiene el libro, no estaría de más hacer una lectura crítica de eso, ¿no?

De princesas que dan su vida por un reino para que todo el mundo viva sin lugar a dudas, pero también hay cada comentario rico en la pieza sobre cómo tratar a las mujeres y el papel de la mujer que, aunque hay una crítica a la violencia de género, en la pieza no deja de ser producto de un contexto histórico y sí, va a haber por parte de la adaptación una lectura crítica a eso.

Y yo creo que ya lo hay en la selección del elenco y en el reparto de papeles. Muchas veces no hace falta decir nada con palabras y se puede decir con los cuerpos y creo que la selección del elenco y la selección de los cuerpos de ese elenco y de qué papeles hacen cada uno es ya una revisión crítica a la pieza.


Valle Inclán escribe en “La lámpara maravillosa”: “Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño”. ¿Qué cree que le diría la niña que fue a la Lucía Miranda de hoy?

¡Qué difícil esta! Mi niña y yo no nos hemos separado, seguimos siendo una. No veo a la niña que fui como un ser del que me despedí, creo que la niña habita en mí, vamos de la mano, seguimos saltando juntas en los charcos, sigo cogiéndome cabreos absurdos que no entiendo, sigo preguntándome muchas cosas, por qué, qué es esto y para qué. La niña va conmigo porque la pregunta va conmigo. No sé, siento que no me diría nada, porque siento que seguimos siendo una. Gracias en parte al teatro y también a mi hija.


¿En qué más anda?

Ando en la escritura de un monólogo para La Zona y también en un proyecto de colaboración con la Compañía Nacional de Danza, que es un proyecto educativo que vamos a hacer con mi compañía, con Cross Border, a partir del otoño, que nos hace muchísima ilusión.

Ando con las giras de "La chica que soñaba" y de "Casa", que siguen en marcha y a partir de enero con "Yo cuento", que es un proyecto maravilloso en el Hospital Niño Jesús liderado por Inés Enciso. Este año hicimos el trabajo en el Circo Price en junio y se trabajó con niños del área de neurología y con neurólogos y el curso que viene vamos a continuar haciendo un espectáculo que será un site-specific, si todo va bien dentro del Hospital Niño Jesús que se verá a final de la temporada.

Ando entretenida entre Cross Border, La Zona y colaboraciones varias tengo una temporada entretenida.

¡Y el estreno de los Nuevos Dramaticos el proyecto para infancia del CDN en diciembre que dirige Troncoso! Que hago la coordinación pedagógica y está montando una cosa muy bonita.

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