Revista teatros

 En su memoria de niño hay películas antiguas, Fellini, Buster Keaton, Peter Sellers, Berlanga... Un buen poso para este actor, director y dramaturgo todoterreno que nos ha dejado interpretaciones medidas en títulos como “Urtain”, “Emilia”, “Los hijos se han dormido” o “Falstaff”.

Además de esta vuelta a Madrid, el éxito de la pasada temporada les ha llevado de gira por media España. ¿Cómo ha ido, cuéntenos algo?

La verdad es que la gira ha sido recuperar un poco las giras que antes se hacían porque parecía que en este país se habían acabado las giras de más de cuatro bolos o cinco al mes. Eso ya es una alegría, profesionalmente y económicamente. “Páncreas” funciona como un tiro en todas partes, la verdad es que hemos tenido incluso propuestas para salir al extranjero, lo que pasa es que al estar ya cerrado el tema del Teatro Amaya, eso se ha tenido que aplazar y el año que viene hay bastantes posibilidades y bastantes más plazas de España que se han quedado sin ver la función. Es genial.

¿Dónde diría que reside el secreto de esta comedia?

Hay como dos apartados. Uno, que la producción de Concha Busto es como ella las hace, las prepara con mucho tiempo, es una producción muy cuidada en todos los aspectos y la gente no es tonta y agradece los espectáculos bien hechos, con una calidad contrastada de escenografía, la dirección de Juan Carlos, la música… Y luego estéticamente y textualmente es muy original. “Páncreas” es una bonita rareza en el panorama teatral porque es una comedia contemporánea que recupera cosas del teatro clásico a la vez que las mezcla con el teatro del absurdo. Luego también es una comedia de mucha risa, de mucha carcajada y corta de duración. Es una especie de sprint cómico y todas esas cosas hacen que sea un producto muy apetecible para todo el público.

Trabajar con Juan Carlos Rubio…

Juan Carlos es un director con el que yo espero repetir porque para mí ha sido un encuentro feliz que es muy trabajador, es una persona muy fina, con una idea muy exquisita del teatro, que trabaja muchísimo, se lo prepara muchísimo, llega siempre con propuestas estimulantes a los ensayos. Yo también quiero pensar que soy un poco como él, disciplinado, metódico y amante de equivocarme todo lo necesario en los ensayos para que luego encontremos cosas chulas. Es un director con el que se trabaja con mucha facilidad, con mucha calma, con mucha intensidad. Es estupendo. Así se pueden hacer cosas con directores como él.

¿Hay límites en la amistad?

A ver, límites… En todo en la vida tiene que haber límites. De hecho a los niños es lo que debemos enseñarles, los límites de las cosas. Un mundo sin límites tampoco es que esté convencido yo de que sea bueno. ¿Hay límites en la amistad? A esa pregunta seguramente con respecto a un amigo uno contestaría una cosa y con respecto a otro contestaría a otra. Esa ambigüedad, que también se plasma un poco en la función, es lo que le da interés y a veces también peligro a la vida. A veces cuando vas sin frenos te acabas despeñando y otras veces te salvas… (Risas).

¿Quién es Javilo y cómo es? Háblenos de él…

Javilo es un personaje que necesita un trasplante de páncreas. Si no, va a morir porque está gravemente enfermo, pero luego también tiene una enfermedad del alma, sobre todo. Es un ser muy frágil, débil, que por un desengaño amoroso se ha visto obligado a acudir a esta terapia para trastornos mentales donde se conocen los tres protagonistas de “Páncreas”. Es alguien profundamente desequilibrado, muy inseguro, que necesita compulsivamente el cariño de los demás y eso acaba teniendo consecuencias… Como pasa en la vida. ¿Quién está sano del todo? ¿Dónde está la salud? Javilo es uno cualquiera de nosotros en una situación extrema porque se está enfrentando a la muerte y está viendo la muerte venir a pasos agigantados y eso a uno le obliga a tomar decisiones drásticas.

Destáquenos una frase de su personaje, la primera que se le venga a la mente o aquella que más le defina…

Se me vienen dos a la mente, una es de Javilo y otra no. Javilo al principio dice: “Todo lo que pueda, amigos, de algún modo suceder acaba tarde o temprano sin remedio sucediendo, sea noble, criminal, hermoso, oscuro u horrendo”. Esa primera frase que dice Javilo ya es una declaración vital de intenciones, algo así como que puedes hacer lo que sea pero la Ley de Murphy está siempre ahí para cumplirse (risas). Hay muchas, es un texto muy rico que me gusta mucho escuchar… Y luego hay otra que a mí me gusta mucho que dice el personaje de César: “Tiempo convierte en rutina lo que era excepcional”. En relaciones, en amistades, eso me parece muy doloroso, pero también una gran verdad. Esa frase siempre me ha conmovido mucho.

¿Y si pudiera darle un consejo, cuál sería?

Le diría que la mentira no trae cuenta a veces. Le diría que estuviese un poquito más seguro de sí mismo. Los personajes también nos ayudan a mejorar como personas y uno aprende. De repente dices ‘Alfonso, eres más feliz de lo que pensabas’. Me acuerdo de que con el personaje de Walter que hice con Tolcachir en “Emilia” aprendí eso, dije ‘esta persona vive en el infierno, yo no, soy un tío muy feliz y a veces no lo valoro o no me doy cuenta’.

Además de otras muchas cosas, en la obra cantan… Y parece que no se le da nada mal… ¿Lo sabía o era de los que sólo cantaban en la ducha y ha sido un descubrimiento?

Esta es una de las cosas que he descubierto gracias a Javilo. Yo no cantaba ni en la ducha. Era un grandísimo aficionado a la música, toco la guitarra, tengo como habilidad para sacarle sonidos sin haber estudiado a cualquier cosa porque me apasiona la música y soy un músico frustrado, pero no, yo no pensé que era capaz de entonar y ahora me siento reamente cómodo todas las noches y entono, hago mis variaciones y creo que no le hago demasiado la vida imposible ni al público ni a nadie.

Un momentazo de la función…

Uy, la función al ser tan corta está llena, no hay paja, es como un latigazo. Tiene un crecendo fantástico. Es una función en la que no puedes contar nada para no desvelar la cantidad de sorpresas y de cajas chinas que se van abriendo a lo largo de la función. Pero el tercio final de la final, el sprint definitivo es una barbaridad de risas y de sorpresas. Es una cosa que da mucho gusto compartir con el público. Al final todo se convierte en un delirio en el que van cayendo todas las caretas y las supuestas cosas que creíamos y que luego son otra cosa.

Esta función no tendría sentido sin la comunión entre personajes y actores. Para terminar, un par de adjetivos que definan a cada uno de sus compañeros

Esto también es mérito de Juan Carlos, el haber llevado a tres actores que somos muy distintos a un lugar común. José Pedro es mi maestro. Fue maestro mío en Layton y siendo un actor que lo ha hecho todo, para mí es un privilegio estar con él en el escenario, es como completar un poco el círculo y descubrir esa parte tan clownesca tan enorme que también tiene. Con Fernando es un encuentro de dos profesionales que hemos tenido carreras muy paralelas y que por circunstancias del destino nunca habíamos trabajado juntos. De hecho, nos hemos ido trocando en los proyectos, él ha hecho cosas que yo no pude hacer… Es un actor del que yo admiro mucho su virtuosismo, la técnica que tiene, que destila en su trabajo. Realmente la interpretación viene del otro y para mí es un gusto mirarlos y alimentarme de esto. Sin eso no sería posible hacer “Páncreas”.