Revista teatros

 En el Rialto se sirve sopa para cenar los fines de semana de junio, pero no una sopa cualquiera, sino una sopa llena de auténticos gansos dispuestos a revolucionar la escena cómica. Eduardo Aldán dirige y presenta este delicioso caldo de humor aderezado con música, magia y todos los encantos del género vodevil. 90 minutos de cocción para elaborar ese plato tan irresistible llamado risa. .

¿Qué le espera al público en “Sopa de Gansos”?

Un vodevil, una mezcla de variedades de todo tipo de géneros de humor. No es solo un espectáculo de monólogos, pese a que cada semana hay un invitado monologuista. Todo lo que le envuelve es el espíritu de variedades de toda la vida, pero con una vuelta de tuerca, actualizado para el público de hoy. Es un espectáculo completo y el hilo conductor de todo ello es la comedia. La gente sale del teatro diciendo ¡madre mía lo que me he reído hoy! Y lo han hecho con todo tipo de disciplinas de la comedia, no únicamente con un tío hablando. Es un género que había que resucitar y lo estamos haciendo, además, con mucho cariño, porque somos fans de todo tipo de géneros de humor y lo hemos puesto en práctica en este escenario de “Sopa de Gansos”.

¿Cuál es su papel en este show? 

Aparte de dirigirlo, soy el maestro de ceremonias. Hago de hilo conductor de todos los artistas que van pasando por escena, para dar coherencia, y lo que quiero es que funcione como una gran familia.

¿Es este su objetivo?

Sí. Quiero que la gente vea que todos los que salen a escena tienen que ver entre ellos, están relacionados. Hay sketches que se hacen entre dos o tres, de repente sale solamente uno, hay un número musical en el que intervienen varios… Somos una gran familia, como pasaba en los antiguos teatros de vodevil, que hacían prácticamente de todo, desde vender palomitas a limpiar el escenario o vender entradas. Queremos transmitir esa sensación, la de que están viendo a un grupo de amigos, de familia, que hace comedia para hacer reír a todo el mundo con todo tipo de géneros de humor 

Una de las cosas más divertidas de este proyecto está siendo…

¡Los ensayos! A veces son más divertidos que la función en sí misma, porque todos nos conocemos, he querido trabajar con amigos, gente con la que ya he trabajado muchas veces, entre los que hay una química especial. ¡Es una pena que la gente no pueda ver los ensayos!

El menú de junio ofrece una sopa con cuatro ‘gansos’ muy populares. ¿Qué nos puede decir de ellos? Álex Clavero…

Para mí va a ser un referente del humor en muy poco tiempo. Es una de las caras más nuevas y jóvenes que hay ahora mismo en el panorama de los monologuistas. Tiene una trayectoria detrás que la gente no conoce, pues se ha curtido en todo tipo de bares, de locales, de teatros y, ahora por fin, al estar en un espectáculo de este tipo –ya estuvo en el programa de TV de Cuatro “Sopa de Gansos”–, la ha dado más proyección y a la gente le está encantando. Yo soy muy muy fan de su humor y creo que es la nueva apuesta.

Iñaki Urrutia…

La gente le conoce mucho más, encimo ya hizo conmigo el espectáculo de “Maldito Naranjito”, ese revival de los años 80 con un humor que nos recuerda mucho a toda una generación que hemos vivido y padecido, la de los 80. Cada cómico invitado tiene una personalidad propia que nada tiene que ver con los otros, pero luego se complementan y eso es lo mejor.

Flipy…

¡Es la anarquía, el absurdo! Nadie sabe lo que puede hacer, es imprevisible en el escenario. Tiene un humor muy arriesgado y eso a la gente le encanta. Tiene un personaje muy alocado, fuera de los límites, y eso le hace muy especial.

JJ. Vaquero…

¡Es el ‘canallismo’ personalizado! (risas). Es el clásico colega que todos quisieran tener para tomarse unas cañas con él, porque dice lo que todo el mundo piensa. Por muy fuerte que suene, lo dice en voz alta y lo pone en palabras muy divertidas. Todo el mundo empatiza mucho con su humor porque habla de las cosas cotidianas, se queja de ellas, pero siempre con muchísima gracia y ese punto canalla.

En lo profesional, ¿cuál ha sido su experiencia más gratificante hasta el momento?

De todo lo que he hecho, sin duda, “Espinete no existe”. Han sido 10 años de mi vida haciendo ese espectáculo sin parar. Jamás hubiera imaginado estar tanto tiempo haciendo lo mismo en un escenario y que el público siguiera viniendo y viniendo para ver y disfrutar con mis historias del pasado, de los recuerdos de la infancia. ¡Era un proyecto muy personal y esperaba que durara poco tiempo! Y no se ha agotado todavía, cosa que me sorprende muchísimo. Y ahí se ve que la gente no solo quiere reír por reír, sino que detrás tiene que haber algo más: una historia, sentimientos, emoción… ¡Y con ellos volveremos, otra vez, la próxima temporada al teatro Gran Vía!