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Entrevista a Denise Despeyroux por Canción para volver a casa

Publicado el 23 de Mayo de 2022

Entrevista a Denise Despeyroux por Canción para volver a casa

Obra: Canción para volver a casa - Teatro Valle-Inclán

 La pérdida, el paso del tiempo, la amistad, el complicado binomio éxito/fracaso, la aventura…  También el delicado asunto del suicidio. Los temas que aparecen en la obra son muchos. Los dolores también, aunque la mayoría están tratados con humor y distancia irónica.

Autora, directora de escena, actriz, docente y guionista, Denise Despeyroux ha estrenado más de quince obras en salas de Madrid, Barcelona, Bilbao, Montevideo, México D.F., Buenos Aires y Londres. Entre ellas, el Teatro Fernán Gómez, la Sala Beckett, Teatro Solís, Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), Teatro Español, Teatro Arriaga y Cervantes Theatre.
Títulos como La RealidadCarne viva, Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales o Un tercer lugar le han valido para ser reconocida como una de las voces más singulares e interesantes de la dramaturgia española contemporánea. Además de al catalán y al euskera, ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, griego, rumano y japonés. Canción para volver a casa, estrenada en el Grec Festival de Barcelona, es su primera colaboración con T de Teatre.
 
 

Denise Despeyroux nació en Montevideo, emigró siendo muy pequeña a Barcelona, siguió a sus autores de cabecera hasta Buenos Aires y en 2011 se instaló en Madrid. Dice que a veces, para volver a casa, necesitamos dar rodeos. ¿Ya está en casa o del fantasma del desarraigo una nunca se deshace?

Para mi familia fue muy traumático el exilio y aunque yo era muy pequeña, por algunos recuerdos y cosas que me cuentan, parece claro que también lo sufrí. Creo que Cataluña tampoco es un lugar donde sea especialmente fácil sentir el derecho a la pertenencia, sentirse una más y no una menos. Empecé a viajar a Madrid sobre todo a partir de 2007 y en 2010 me instalé allí con mi pareja. Es decir, que fundamos un hogar.

Al principio creí que añoraría mucho Barcelona, tenía a mis mejores amigos allí, pero Madrid es muy fácil para los afectos. Tanto como Buenos Aires, diría. Es cierto que tuve una crisis fuerte en 2011 y que en parte tuvo que ver con el vértigo de empezar una nueva vida en un entorno distinto, pero puedo decir que desde hace unos diez años siento que estoy en casa, sí. Diría que más o menos desde 2014 he sido muy feliz en Madrid, y nunca he dudado, ni siquiera estando mal, que este es el mejor sitio donde puedo vivir.


Si tuviera que ponerle un título, un grupo, una melodía, ¿cuál sería su canción para volver a casa?

Siempre que me preguntan por una música especial acabo contestando lo mismo, incluso si antes intento contestar otra cosa. Hay una oratoria de Handel, que conocí de muy joven gracias a un amigo, que siempre me ha conmovido intensamente. Se titula “El triunfo del tiempo y el desengaño”. En ella aparecen cuatro personajes: la belleza, el placer, el tiempo y el desengaño. El aria final, donde la belleza se confiesa derrotada, pero se dirige a los ángeles en un canto lleno de dignidad es de lo más bello que he escuchado en mi vida. Handel la escribió muy joven, con solo 23 años. Hacia el final de su vida hizo otra versión que tituló “El triunfo del tiempo y de la verdad”. Recuerdo que saber este detalle me dio en su momento un poco de pena, ahora no sé qué pensar.


Hablamos de esto porque “Canción para volver a casa” es el título de su último proyecto, que acaba de estrenarse en el Teatro Valle-Inclán. Cuéntenos algo de esta pieza, cómo la definiría y qué cuenta…

Es una obra que escribí y dirigí en 2019 para la compañía T de Teatre. Para mí trabajar con ellas, además de con Jordi Rico y ahora en la versión castellana Albert Ribalta ha sido un sueño cumplido. Se trata de una pieza fantasiosa y con un fuerte componente lúdico, diría que como todas las mías. También tiene momentos muy cómicos donde aprovechamos la gran complicidad del fantástico elenco y la vez un componente dramático que es imposible eludir o pasar por alto. Como ocurre en varias de mis piezas, muchos espectadores pasan de la risa al llanto. No se trata de algo intencionado, sino de una necesidad que descubro en algunos materiales a medida que se despliegan.


¿Y entre líneas? ¿A qué nos enfrenta la historia de Renata, Rita, Greta…, en qué llagas mete el dedo?

La pérdida, el paso del tiempo, la amistad, el complicado binomio éxito/fracaso, la aventura…  También el delicado asunto del suicidio. Los temas que aparecen en la obra son muchos. Los dolores también, aunque la mayoría están tratados con humor y distancia irónica.


¿Quiénes y cómo son cada uno de los personajes que habitan esta historia?

Renata es una mujer que “ha crecido lentamente y no del todo”, mantiene intacta toda la fantasía de su adolescencia y juventud, que era mucha. Es el motor que pone en marcha la aventura, el puente que vuelve a unir la vida de las tres amigas y algunas otras vidas más, que parecían completamente ajenas pero que al final se revelan conectadas en un sentido profundo.

Greta vive con el dolor de la pérdida de contacto con su hija, que se niega a verla desde hace cinco años. No creo que haya un dolor mayor para una madre, ni siquiera el de la muerte, a menos que esa madre pudiera tener la certeza de que su hija está bien, pero no es el caso.

Rita es “una mujer que sufre, pero aún no está preparada para saber hasta qué punto”, es decir, que es una mujer con una coraza de enfado, rabia y hastío, que la ayuda a no tener que afrontar toda la tristeza y el dolor que hay debajo.

Valentina es la ayudante de Jonás, siempre a su servicio, siempre con sus deseos en un segundo plano y completamente volcada en proporcionar a Jonás todo lo que necesita, que es mucho, tanto a nivel práctico como emocional.

Jonás es un hombre con su carisma y su capacidad de seducción es casi un defecto de carácter. Es un hombre capaz de influir y hasta de hipnotizar, pero a la vez muy torpe, un poco incapaz de ver al otro por estar tan concentrado en sí mismo. En realidad, no sospecha el daño que puede hacer y las consecuencias son trágicas.


Sobre las tablas, Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta y Àgata Roca. ¡Menudo elenco!

Es un elenco precioso, sí. Me siento muy afortunada. Albert se ha sumado en esta última etapa en la que hacemos la obra en castellano, ya que antes en catalán la hacíamos con Jordi Rico. Ha sido una gozada poder trabajar con los dos en estas distintas etapas.

Albert Ribalta es un actor muy inteligente, ha sabido encontrarle muchísimas capas al personaje. Ha hecho un trabajo concienzudo y delicado. Me encanta la química que tienen él y Carme Pla. Ella, con este personaje, transita un registro al que está poco acostumbrada, el de una mujer enamorada que pasa por emociones muy diversas. Un reto que nos propusimos en unas primeras sesiones de trabajo que hicimos para conocernos fue el de escoger los personajes en cierta medida “a contra casting”, en el sentido de que todas tenían el deseo de probar cosas distintas a las que frecuentaban más a menudo.

Por ejemplo, a Ágata Roca, acostumbrada a que le asignen personajes dulces y suaves, le apetecía ahora abordar un personaje en contacto con el enfado, la rabia, la amargura, que fuerza capaz de tener sus prontos violentos. Digamos que, en un cásting más habitual, Ágata habría hecho el personaje de Carme y Carme el de Ágata. Por si así se entiende más.

Marta Pérez interpreta el personaje que, a mí, personalmente, ,me resulta más divertido. Es una mujer fantasiosa, que lleva su poca madurez emocional con dignidad y mucha alegría. Conserva intacta esa capacidad de especular y hacer planes para cambiar la realidad que debía de ser tremenda en su adolescencia. Marta me había dicho que le apetecía hacer un personaje que mintiera, que inventara cosas, creo que ese dato me inspiró mucho a la hora de imaginar a Renata.

Por último, Mamen Duch, tenía ganas de vivir un drama, de transitar emociones más duras, y vaya si lo consigue. De las cuatro actrices, es a la única que no tiene hijos en la vida real a quien le toca transitar una emoción tan difícil, y yo prefiero que así sea, ya que me gusta evitar que los actores hagan un abordaje psicologista de las emociones. Pido en la actuación una comprometida implicación emocional, pero siempre desde un territorio lúdico y de libertad. Por mayores sufrimientos que transite un intérprete en escena el goce ha de estar ahí. Creo que de otra manera podría no ser sano.


¿Por qué escribe Denise Despeyroux, qué le lleva a escribir, qué historias le gusta contar? Por ejemplo, ¿de dónde surge “Canción para volver a casa”?

Siempre digo que la lectura me condujo a la escritura de un modo absolutamente natural. También es cierto que ya antes de aprender a leer, de muy pequeña (porque leía bien ya desde los seis años) pasaba horas inventando en voz alta lo que se decían los personajes que aparecían dibujados en los libros para niños. “¿Quién puede definir con precisión el comienzo de algo?” dice Valentina en un momento de la obra. Quizás ese fue el comienzo de mi vocación teatral, esa necesidad de inventar historias que me hicieran sentirme acompañada.

En cuanto a la historia de Canción para volver a casa, como casi todas, surge cuando permites que del inconsciente empiecen a brotar imágenes, palabras, ideas.  Quería cruzar dos historias, que unos personajes vivieran un determinado drama o aventura mientras otros personajes se relacionaran con ellos, pero viviendo una película distinta. Con esa pretensión dividí al elenco en dos grupos y así quedaron por un lado Jonás, el hipnotista y su ayudante Valentina y por el otro las tres amigas que se reencuentran después de tantos años. Me interesaba que hubiera en la obra un farsante, un personaje que se hiciera pasar por quien no es, otros personajes que lo creyeran y alguien que actuara como cómplice de ese farsante y que lo ayudara en cierto sentido contra su voluntad, solo por el vínculo. Movida por este deseo hasta cierto punto de carácter “formal” fui tomando las decisiones: la hipnosis, la secta, el juicio, la compañía de actrices con su éxito y su fracaso, etc… 


Suelen coincidir la Denise dramaturga con la Denise directora. ¿Son una pareja bien avenida o tiene sus días?

Son una pareja inseparable. Ser autora/directora forma parte de la naturaleza de mi trabajo desde siempre, esa es mi relación con el teatro. Eso no quita que pueda escribir textos por encargo para que los dirija otro profesional, lo he hecho en varias ocasiones y lo he disfrutado mucho, como en el caso de Tiempos mezquinos para Raúl Cancelo, un trabajo precioso producido por el teatro Arriaga, la versión de Noche de reyes para Juan Ceacero, que hizo un trabajo extraordinario, o el caso de La tentación de vivir, que escribí para Agustín Bellusci y sus alumnos de último curso de Estudio 3 y estuvo dos años en los Luchana.

Me han pedido los derechos de esa obra por lo menos diez compañías ya; se han hecho, que me conste, siete montajes. Todos amateurs, eso sí, con once actores. Es un caramelo para las compañías con muchos integrantes porque es muy coral y todos los personajes son originales y divertidos. Es una comedia muy ágil y con la particularidad de que en ella no muere nadie. Tal vez el día que la lea algún productor con dinero se acabarán mis penurias económicas en el teatro.


¿Por qué no debemos perdernos “Canción para volver a casa”?

Siempre me resulta un poco embarazosa esta pregunta. Creo que es una obra singular, con un espíritu lúdico, melancólico y divertido. Los espectadores están conectando muy bien con el humor y la ironía que tiene la pieza, y también con la tristeza que destila al final. Mucha gente me pregunta por la canción, que les hace salir del teatro conmovidos. A mí lo que me parece más logrado de la pieza es cierto aire de comedia shakespeariana, en el sentido de que al principio parecen desarrollarse dos historias separadas que solo tienen conexión entre ellas porque en cierto momento el azar las une. Sin embargo, el clímax y la resolución muestran que lo que existe es un vínculo profundo y que ese azar era solo un medio del que se valía el destino.


Y la última, ¿en qué más anda Denise Despeyroux? ¿Algún otro proyecto que pueda contarse?

Nada que pueda contarse todavía, pero sí, por fortuna hay proyectos a la vista y algunos en el extranjero. Sí puedo contar que el próximo octubre se hace Un tercer lugar en Berlín y en noviembre en México D.F.  Mi deseo más inmediato es poder reprogramar La omisión del si bemol tres, que es un trabajo del que me siento muy orgullosa.

También tengo dos obras terminadas que me gustan mucho. Me han ofrecido producirlas con la dirección de otros profesionales, en uno de los casos ha sido un teatro público. Con dolor he dicho que no, porque una cosa es, como he comentado, escribir por encargo para que otro te dirija y algo muy distinto es llevar más de veinte años dirigiendo, con logros claros y reconocimiento de un importante sector de la profesión y sin embargo verme privada de dirigir una obra con la que llevo fantaseando desde 2014 y a la que he dedicado por lo menos dos años de estudio y escritura.

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