Publicado el 01 de Enero de 2022
Entrevista a Javier Gutiérrez por Principiantes
Obra: Principiantes - Teatros del Canal
“¡Yo no puedo vivir sin hacer teatro! Para mí es como gasolina, siento una necesidad cada vez que estoy un tiempo largo sin subirme a escena”
Goya, Feroz, Forqué, Ondas, Max, Unión de Actores… Todos los premios se rinden a los pies del que es considerado como uno de los más grandes intérpretes de los últimos 20 años en España. Basada en las historias de Raymond Carver –y adaptada por Juan Cavestany–, “Principiantes” da título a su última gesta teatral, una hipnótica pieza en la que el asturiano arroja luz sobre las relacio-nes de pareja, el amor y el alcohol como refugio bajo las órdenes de Andrés Lima y acompañado por Vicky Luego, Mónica Regueiro y Daniel Pérez Prada en escena. ¡Boom! Por ANA VILLA Foto: SERGIO PARRA.
¿Qué propone “Principiantes...” y qué grandes temas pone sobre la mesa?
Está basada en unos relatos de Raymond Carver y trata los temas recurrentes de la literatura de este gran maestro del relato corto: desde las preguntas y las reflexiones que se hace acerca del amor hasta el mundo de la pareja y el alcohol. Se basa en “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, que es quizá el texto más conocido de Carver, pero, dentro de esta versión, Juan Cavestany se ha preocupado mucho de impregnar absolutamente todo el espectáculo con fragmentos y cuentos que no tienen que ver con el relato, sino con otros textos.
¿Qué le sedujo del proyecto para aceptarlo?
¡Yo no puedo vivir sin hacer teatro! Para mí es como gasolina, siento una necesidad cada vez que estoy un tiempo largo sin subirme a escena. Y después de un tiempo haciendo cine y TV me apetecía mucho regresar. Volví hace dos años con “¿Quién es el Señor Schmitt?” dirigido por Peris-Mencheta y no quería bajarme del escenario, así que recogí la oferta que me hizo Mónica Regueiro, que es la gestora de todo esto. Me pareció, tanto el texto como la propuesta, algo muy atractivo.
¿Cómo es Herb, su personaje de la pieza, y qué circunstancias le definen?
Herb es un cardiólogo que, como él mismo dice, no sabe absolutamente nada sobre los temas del amor. Es un tipo que, a medida que avanza el espectáculo, vamos viendo que lo que puede parecer en un principio –un tipo controlador y manipulador– se convierte en un ser muy frágil y muy vulnerable, quizá el más vulnerable de los cuatro. Para mí, es un personaje que me hace pasar por diferentes estados anímicos, tiene un arco muy atractivo y enriquecedor a la hora de representarlo.
¿Qué le une a los otros tres roles en escena?
Esta es la historia de dos parejas –una más veterana y otra más joven que acaba de casarse– y quedan a tomar una ginebra antes de salir a cenar. Ese aperitivo se va liando y hablan absolutamente de todo. Mi pareja, que es Terri –Mónica Regueiro– es el personaje más deslenguado de los cuatro. Viene de varios fracasos de pareja y entiende el amor, yo diría, desde la toxicidad.
¿Qué hay de la otra pareja?
En su caso, el personaje de Laura –Vicky Luengo– es quizá la más inocente, pero a medida que avanza la función es quien hace el recorrido más interesante, su viaje es mucho más apetecible para el espectador, por cómo empieza y cómo acaba. Nick –Daniel Pérez Prada– es un poco la voz del narrador, como un trasunto del propio Carver, y un tipo que no se moja absolutamente en el amor y te diría que tampoco en la vida.
Para usted, un momentazo de la pieza se produce cuando…
¡Hay muchos! Este es un espectáculo que golpea directamente al estómago del espectador. Es una pieza muy abierta que desconcierta por momentos y deja un poso que te hace reflexionar sobre el amor, las relaciones de pareja, la vida, la muerte… y, en ese sentido, hay momentos muy llamativos, nada en Carver es baladí, todo es importante.
¿En qué otros proyectos escénicos podremos encontrarle a partir de 2022?
Una vez que acabe esta gira, tengo pendiente estrenar la versión teatral de la gran novela de Miguel Delibes “Los santos inocentes” –dirigida por Javier Hernández Simón. Y en cuanto a cine, estrenaré dos películas: “Lobo feroz” de Gustavo Hernández y “Modelo 77” de Alberto Rodríguez.
¿Qué deseo personal, no profesional, le pide Javier Gutiérrez al año nuevo?
¡Acabar con esta desazón, con esta incertidumbre…! Parece que vivimos en una rueda y que la enfermedad y la pandemia nos persiguen, por mucho que intentemos huir de ellas. Ojalá que esta nueva ola no se traduzca en un nuevo confinamiento o restricciones muy severas que nos impidan seguir haciendo lo que más nos gusta que, en mi caso, es subirme a escena y disfrutar con el público.