Revista teatros

El día que se celebra la entrega de los Oscar, Óscar Manzano, un joven director cuyo cortometraje ha sido nominado a los premios, llega a un modesto motel a las afueras de Los Á́ngeles. Lo hace acompañado, ni siquiera él sabe muy bien por qué, por el ministro de Cultura, Guillermo Barrientos, y la ministra de Hacienda, Irene Navarro. Entre continuos rifirrafes de los dos políticos, que no se soportan, y a pocas horas de empezar la ceremonia, se presenta en la habitación la joven Pauline, una ‘escort girl’ contratada a escondidas por Barrientos para que finja ser la novia de Óscar durante la gala... Charlamos con los protagonistas de esta locura de comedia escrita y dirigida por Mario Hernández que, además de hacernos reír a carcajadas, nos hará reflexionar sobre nuestros sueños y todo lo que perdemos en el camino a conseguirlos... Por VANESSA RAMIRO Foto JAVIER NAVAL

Dicen que todos los actores sueñan con Hollywood y con el Oscar alguna vez...

Agustín: Me miro lo del Goya primero y te voy contando. Vamos poco a poco. Quizá vamos primero con un Max (risas).

Jon: Los sueños que tengo ahora mismo para con la profesión son mucho más realistas y terrenales. A corto plazo me gustaría, por ejemplo, que el euskera tuviera presencia en las plataformas al igual que lo tienen otros idiomas. Proyectos en euskera subtitulados. Un sueño, por ahora, pero realizable.

Rebeca: De momento he soñado con el Goya, con el Oscar todavía no. Mi sueño siempre fue vivir haciendo lo que me gusta y eso ya lo he conseguido, el reconocimiento suele reportar más y mejores trabajos, así que sería el siguiente sueño.

Mara: Yo, personalmente, lo veo poco probable, pero por soñar que no sea, claro que sí. Todo es posible, aunque yo te reconozco que mis sueños están más relacionados con que no me falte trabajo y que me sigan ofreciendo papeles tan maravillosos como el de esta comedia.

Óscar, el prota de esta comedia, sí que ha conseguido estar nominado a un Oscar, pero igual no todo se desarrolla como le hubiera gustado, ¿no?

Jon: Todos los personajes de la obra llegan a un sitio tan idílico como Hollywood cargados de una mochila llena de sus propias miserias, incluido Óscar. Habrá que ver si, en medio de un sinfín de situaciones divertidas y disparatadas, el viaje merece la pena o no.

Rebeca: Muchas veces cuando consigues lo que creías que te haría feliz, te das cuenta de que eso no es la felicidad. En este caso él no está rodeado de las personas que le gustaría para compartir ese momento único. A pesar de las pinceladas de realidad y profundidad, la obra es muy, muy divertida, ideal para estos momentos que corren.

Mara: Esta comedia trata diferentes temas y uno de ellos es las grandes y maravillosas expectativas que tenemos ante algo y la brutal decepción que nos llevamos al ver lo que termina siendo realmente, haciendo que pensemos si merece la pena y si tiene algún sentido.

Agustín: Todo tiene que ver con la urgencia, un premio importante, el prestigio de un país... Y cuatro actores y actrices en estado de gracia. No puedo decir más. Bueno, sí. Jon y yo bailamos un poco en la función. Eso sería un buen reclamo (risas).

La obra es un homenaje al divertimento y el absurdo de Mihura y “Tres sombreros de copa”, con tintes muy berlanguianos. ¿Siguen funcionando estos referentes?

Rebeca: La tarde que leí la obra por primera vez recuerdo estar cayéndome de la silla de la risa. En ensayos no podemos dejar de reírnos. No creo que al público le pase algo distinto, estoy convencidísima.

Mara: Yo tampoco podía parar de reír y, a la vez, me conmoví muchísimo con algunas escenas. Creo que el absurdo y el divertimento siguen siendo eficaces para tratar temas muy profundos y mostrarlos al público como espejo donde mirarse.

Jon: Funcionan porque son fórmulas y puntos de vista eternos y basados en las relaciones humanas y en lo absurdos que somos. Una mirada introspectiva autocrítica y llena de comedia.

Agustín: Son cánones de la comedia. Clásicos que perduran porque existe una originalidad y un sentido artísticos que bien hecho es algo indiscutible. La comedia tiene sus reglas y funcionan si se saben usar. Esos referentes son clásicos.

Háblennos de sus personajes...

Jon: Óscar es un director de cine que ha vendido su alma al diablo a cambio de conseguir su meta vital. Llegar a Hollywood. Por el camino ha dejado muchos ‘muertos’ y llegará el momento en el que se pregunte si merece la pena. Si con eso ha conseguido la felicidad o solo una estatuilla de 30 centímetros que lo único que hace es atraer el polvo.

Agustín: Yo soy un ministro de cultura, que está muy, muy feliz de estar en Hollywood en una gala de los Oscar y se ve que una vez fuera de España está más desatado que de costumbre. Como es habitual el mundo del artisteo le atrae por lo mucho que se aproxima a la mentira... como en su trabajo de político.

Rebeca: Pauline es una escort girl a la que el Ministro de Cultura contrata para acompañar a Óscar a la gala sin que este lo sepa. Es encantadora, dulce, servicial, o al menos eso parece al principio...

Mara: Mi personaje es Irene Navarro, ministra de hacienda e influencer. Una persona muy profesional, pero egoísta, que antepone sus intereses personales a todo lo demás. Muy consciente de sus propias miserias, irreverente, egocéntrica y que va a lo suyo, pero humana, muy humana.

Hablábamos antes de Mario Hernández, el autor y director de esta pieza...

Jon: Mario bebe de los más grandes maestros de la comedia española y tiene una visión y una sensibilidad muy particulares para contar historias. Sabe contarlas, sabe cuidar sus personajes y sabe emocionar al espectador.

Agustín: Conoce el género. Sabe de comedia y es por eso que entiende muchos de los enigmas a resolver que ello exige. Es exhaustivo y detallista. Lo que pide una buena comedia.

Rebeca: Me lo dijo una compañera antes de empezar, trabajar con Mario Hernández es fácil, relajado y divertido. Su éxito radica en que tiene las cosas muy claras y que le gusta contar historias profundas e interesantes de manera amena y fácil.

Mara: He tenido la suerte de trabajar varias veces con él y siempre me hace sentir muy cómoda. Comprende muy bien los personajes de los que habla y sabe hacerte entender cómo son. Trabajar con él es siempre una apuesta segura.

¿Con qué soñaban, qué han sacrificado y qué le dirían a sus ‘yo’ del pasado?

Agustín: Yo estoy bien. En serio. Creo que incluso mejor que de joven porque tengo WiFi y todo (risas). A mi ‘yo’ del pasado le diría: “Olvida el láser disc, compra Google, viste de algodón y cuídate del tabaco”.

Jon: Lo que le diría al Jon del pasado y lo que me sigo diciendo continuamente es que por mucho que trabaje no me olvide de vivir y de coleccionar experiencias. Es la vida la fuente más prolífera para encontrar las historias que queremos contar, los personajes que queremos encarnar y las emociones que queremos transmitir.

Rebeca: Yo soñaba con ser actriz, tener dos hijos y una buena pareja. Tal vez haya sacrificado viajes, vivir en el extranjero y algo de diversión; pero no me arrepiento. A mi yo del pasado le diría que los sueños cambian, algunos se amplían, otros desaparecen y que es apasionante perseguirlos, pero no a toda costa, nunca pasando por encima de ti o de tu salud.

Mara: Yo soñaba con ser actriz, vivir en un apartamento en Madrid y ganarme la vida de esto. Y puedo decir que lo estoy consiguiendo. Pero sí, se sacrifican muchas cosas que nunca se recuperan, pero se recompensan de otra forma. A mi yo del pasado le diría que no sea tan exigente consigo misma y que se quiera mucho.

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