Revista teatros

 Periodista y activista mexicana, Lydia Cacho ha peleado y sigue peleando contra la violación de los derechos humanos, por los derechos de la mujer y contra el feminicidio que asola su país. Hasta jugarse la vida.  A partir de su libro autobiográfico “Memorias de una infamia”, donde cuenta el secuestro que sufrió y el modus operandi de un gobierno cómplice de la corrupción y la violencia, surge esta pieza dirigida por José Martret que ha contado con su participación en el proceso. Sobre el escenario, la voz, el cuerpo y el alma dos actrices inmensas: Marta Nieto –del 9 diciembre al 2 enero– y Marina Salas –del 4 al 16 enero–. Con ellas, mujeres valientes y comprometidas, hemos charlado.  Por VANESSA RAMIRO  Fotos MARÍA LA CARTELERA

Dicen que este espectáculo es una invitación para conocer a una mujer excepcional que, a día de hoy, vive exiliada entre nosotros. ¿Quién es Lydia Cacho?

Soy una reportera de investigación que desde niña descubrió los derechos humanos de la mano de su madre. Yo bailo, lloro, me río, leo, cocino, soy obsesiva y amo como cualquier mujer, de hecho, soy cualquier mujer y todas a la vez; lo excepcional ha sido la forma en que me he enfrentado a los poderes fácticos, a la injusticia y la violencia en mi país. Soy una experta en investigar y perseguir a la delincuencia organizada que compra y vende niñas y mujeres.

Mafiosos, políticos o empresarios multimillonarios que atacan, abusan, compran, violan o asesinan a mujeres, niñas y niños mexicanos. Usted se ha jugado literalmente la vida por denunciar casos aberrantes. ¿Merece la pena? ¿Cuántas veces se ha hecho esa pregunta? ¿Cómo se convive interiormente con algo tan duro?

Hay mucha preparación detrás de este trabajo, llevo toda la vida desarrollando técnicas aplicadas de derechos humanos, estudiando criminología y victimología. También una vida en terapia para sanar el dolor con el que convivo. Vengo de una familia amorosa y solidaria que me ha apoyado siempre, he tejido redes de amistades incondicionales que nunca me dejan sola. Desde joven aprendí de las feministas que somos una fuerza colectiva imparable.

Claro que me he preguntado incontables veces si debía seguir adelante, en especial por la culpa que he sentido por hacer sufrir a mis seres queridos y por el agotamiento emocional. Aprender a investigar la pornografía infantil y la trata de mujeres me ha forzado a mirar evidencia que horroriza, que revuelve el cuerpo, pero siempre pienso que yo soy solo quien documenta, que en esa imagen han una persona viva que está sufriendo lo que parece inenarrable; entonces a mí me corresponde honrar su dignidad contándolo todo para que sepa que nadie merece vivir sometida a la violencia.

Cuando documentas el dolor y el miedo de niñas y niños frente a la opresión violenta de los adultos, el único camino a seguir es el de la responsabilidad. El mundo entero está lleno de personas adultas con infancias rotas, desquiciadas por el dolor. Proteger a la niñez es también intervenir en la salud emocional y sicológica del futuro de quienes, ya como personas adultas, sabrán que se elige el bien como camino, que alguien les protegió en lugar de dejarles a su suerte entre pederastas, corruptores y esclavistas.

Hablábamos de un contexto mexicano, pero esto es una historia universal. ¿Lydia Cacho tiene esperanza en un mundo mejor?

Absolutamente, uno de los niños víctimas de esta trama de pornografía infantil me decía a los once años que quería matar a su agresor, estaba lleno de odio. Hoy, 16 años después se ha graduado como abogado y especializado en derechos humanos. Esa historia de éxito se repite mil veces cuando les acompañamos a descubrir su propio poder transformador. Pasar de víctimas a sobrevivientes empáticos y no a victimarios.

“La infamia” surge a partir del libro autobiográfico “Memorias de una infamia” donde narra, entre otras cosas, su secuestro. ¿De qué habla “Memorias de una infamia” y, por ende, “La infamia”, a qué nos enfrenta?

La historia comienza el día en que entrevisté a la primera víctima de una red de trata sexual de niñas; viajamos entre el pasado y el presente para retratar cómo nos enfrentamos a la delincuencia organizada, es el retrato de la batalla de las mujeres contra el machismo criminal que nos castiga por decir la verdad, por levantarnos contra la injusticia. Es también una celebración del poder de la solidaridad y la empatía.

¿Cómo ha sido participar en este proceso creativo?

Ha sido maravilloso trabajar mano a mano con el director José Martret. Con su mirada creativa y original ha logrado crear un equipo artístico talentoso y comprometido, hemos creado un ambiente en que la causa es nuestra inspiración, en ella el arte crece. Para mi ha sido un lujo poder trabajar en los ensayos con las grandes actrices Marta Nieto y Marina Salas. Participo en la producción y en la adaptación desde el primer día, vivir este proceso creativo me recuerda mis años de estudiante de teatro en México con Hugo Argüelles y Oscar Liera. Me alegra estar viva para contar la historia en mi nombre y en el de mil colegas mujeres periodistas y activistas que no están entre nosotras.

¿Qué supone para usted que su historia sea llevada a las tablas de un teatro?

Hace tiempo que diversos productores de varios países me pedían adaptar mi historia al teatro, estaba convencida de que el lenguaje teatral es perfecto para contar esta batalla, pero debía ser con alguien como Martret, no solamente porque su propuesta escénica es excepcional y poderosa, también porque es un director que entrega el corazón a la historia y no la desarrolla desde el ego de su personalidad.

Las actrices han sido también fundamentales; es una historia difícil, en especial porque yo trabajo a su lado y he huido de un último atentado de muerte. Todo el equipo ha sido un acierto. Cuando la dirección del Teatro Español nos dijo que querían producirla me emocioné profundamente, es un honor poder contar la historia con El Español y Eva Paniagua.

¿Qué le gustaría que su historia generara en el espectador? ¿Cómo le gustaría que saliese el público después de ver “La infamia”?

Nuestra propuesta es un thriller de la vida real, narrado con herramientas de Teatro documental al estilo de las obras de Katie Mitchel, maestra del canon teatral que utiliza el cine en tiempo real de la mano del teatro. Espero que el público se meta en la historia hasta tal punto que sienta que es protagonista de esta batalla por la justicia y la dignidad humana. Me parece que casi todas las personas hemos soñado con ganar las batallas más justas; ojalá la gente salga del teatro conmovida y comprendiendo que no todo está perdido, que hay días en que sin saberlo salvamos vidas. Que disfruten de una puesta en escena excepcional y viajen en el tiempo con nosotras.

¿Qué proyectos tiene ahora mismo entre manos Lydia Cacho?

Mi nuevo libro está en imprenta y saldrá a principios del 2021, desde el exilio trabajo en varios proyectos de investigación, doy cursos en máster de periodismo y estoy desarrollando el guion para una serie. Acabo de producir mi segunda serie documental sobre movimientos feministas acompañada por la gran Isabel Coixet.

Si volviera a nacer, si volviera el tiempo atrás al momento en que escoger oficio, ¿volvería a dar los mismos pasos? ¿Volvería a elegir ser periodista y activista?

Siempre; desde joven supe que quería dedicarme a contar historias, que me interesaba desentrañar los motivos y razones de las injusticias, explicarlos. Yo soy una estratega, hace treinta años comencé a hacer periodismo y aprendí rápidamente que tenía que medir el peligro, porque para una sociedad machista las mujeres con el poder de la verdad y la voz son peligrosas. Para medir el peligro de los maltratadores y las mafias a las que investigo, necesitaba entender la magnitud del peligro que yo represento para ellos: los patriarcas de la violencia.

Sigo viva porque sabía lo que hacía y volvería a hacerlo de nuevo, ojalá no me hubieses secuestrado, pero eso no estaba en mis manos, lo que sí estuvo en ellas lo he hecho con toda la fuerza e inteligencia que me habitan.

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