Revista teatros

 Con dos carreras brillantes a sus espaldas, Marta Etura y Álex García apenas necesitan presentación. Marta ganó un Goya por “Celda 211” y Álex triunfa en la gran pantalla con “Si yo fuera rico” y en teatro con “Jauría”.  Cine, TV y teatro ya no tienen secretos para ellos.

¿Puede contarnos uno de sus primeros recuerdos que tengan que ver con la interpretación, con el teatro?

No recuerdo ningún suceso o anécdota concreta, solo recuerdo mi enorme deseo de ser actriz desde bien pequeña. Deseaba actuar, me pasaba el día imaginando viviendo otras vidas, otras circunstancias. Recuerdo ir al grupo de teatro en el colegio desde bien pequeña y como me escapaba de alguna clase para ir a ver teatro. 

¿Qué diferencias hay entre un actor digamos autodidacta o que no ha pasado por una escuela como tal y un actor que se ha formado en una escuela de interpretación?

Conozco a un gran actor autodidacta y otros grandes actores de escuela. Considero que es una elección muy personal pero creo que la escuela de interpretación es un gran lugar para aprender sobre uno mismo y sobre los demás. 

Cuando uno toma la decisión de ingresar en una escuela, ¿qué ha de tener en cuenta a la hora de elegir una u otra?

Considero que cada actor debe elegir su carrera libremente y cada carrera es algo muy personal y, por lo tanto, cada uno debe elegir bajo su propio criterio, considerando qué tipo de actor quiere ser y qué tipo de carrera quiere llevar. Y será de lo poco que pueda elegir porque esta profesión es muy compleja. Su éxito está sujeto a miles de factores que no dependen de uno mismo.

¿Qué le atrapó a usted de la Escuela de Interpretación Cristina Rota? ¿Qué motivó su elección por esta escuela y cómo describiría la línea pedagógica del centro?

Yo elegí la escuela de Cristina Rota porque había oído hablar muy bien de ella. De la escuela en general y de Cristina en particular. Esa era la información que llegó a mis oídos, pero el primer día que pude asistir a su clase, me di cuenta de ello. Yo era una cría pero vi a una mujer sabia, llena de vida, entregada a su trabajo como no he visto a nadie, con una disciplina y entrega personal extraordinarias, con una pasión y vinculación exquisitas. Me cautivó ese primer día y mi admiración por ella nunca ha dejado de crecer.

Cristina, cómo gran actriz y maestra es muy consciente de la importancia de trabajar el cuerpo y la voz, nuestras principales herramientas de trabajo. También de la importancia de un buen análisis de texto, la casilla de salida a la hora de enfrentarse a un proyecto. Por ello, se rodeó de grandes profesionales de estas disciplinas y yo tuve el enorme privilegio de trabajar con profesionales del cuerpo, la voz y el texto como Monica Runde, Pedro Berdäyes, Chevi Muraday, Milagros Viña... una gran escuela tiene que estar compuesta por grandes profesores y ella tenía a los mejores.

Y cómo broche final y esto era la única escuela que lo tenía/tiene era la oportunidad de poner en práctica tu trabajo en un escenario real, con público real que pagaba una entrada por verte actuar, lo que te comprometía a dar lo mejor de ti. La Katarsis del tomatazo me enseñó a cosas tan importantes (y en ese momento no era consciente de ello) cómo saber entrar a un escenario, saber salir del escenario, saber dónde dejar tu ropa para cambiarte para el siguiente número y/o escena, saber buscar un lugar para poder concentrarte para la siguiente escena... fue un grandísimo aprendizaje del que fui consciente después, cuando tuve el privilegio de trabajar profesionalmente y darme cuenta que en eso tan importante ya tenía experiencia. 

¿Cuál es la lección más importante, esa que le ha salvado cientos de veces, que aprendió en esta escuela?

Cristina me ha regalado grandes lecciones que me han sido muy útiles a lo largo de mi carrera y que me han hecho, en gran parte, ser la actriz que soy. ¡Muchas! Pero voy a destacar dos: SER antes que actuar. Cristina siempre hacía hincapié en ella y en la importancia de partir de ti.

Hay muchos buenos actores y, precisamente, por eso lo genuino es tan importante en esta profesión. Otra gran lección que me enseñó y que he tenido que utilizar mucho a lo largo de mi carrera, ha sido la de: “lleva la dificultad a tu terreno”. Esta profesión es muy dura y muchas veces te encuentras con grandes obstáculos y saberlos llevar a tu terreno es fundamental. 

¿Y alguna anécdota de aquella época que recuerde con especial cariño?

Tengo muchas anécdotas, pero supongo que la más especial (y va más allá de lo anecdótico) es que nada más terminar cuarto curso, Cristina le propuso a un director que vino en busca de información para escribir su guion, que me hiciese una prueba para uno de los personajes de su película y esa fue mi primera oportunidad. Así que, para mí, no existen palabras que puedan demostrar la inmensa gratitud y afecto que siento por Cristina, por todo lo que me ha enseñado, todo lo que me ha dado, el valor de lo entregado, su sabiduría, ser una constante inspiración....  la palabra gracias se me hace muy pequeña.