Revista teatros

¡Música, humor, amor y colorido optimismo! Son los ingredientes mágicos que nutren el nuevo y sabrosísimo cóctel de La Latina, el primer musical que se estrena en Madrid después del cierre de teatros por la pandemia, una auténtica fiesta escénica que recorre los grandes hits de la inmortal Raffaella Carrá, dando paso a la historia de amor y juventud que centra esta comedia romántica. Charlamos con su creador y director para zambullirnos en la esencia de esta refrescante sorpresa otoñal. Por ANA VILLA

Usted firma y dirige el primer musical que se estrena en Madrid después del parón provocado por la pandemia. ¿Cómo lo presenta?

Intenta ser un espectáculo divertido, nostálgico, participativo y sobre todo que nos devuelva la alegría, con canciones que prácticamente todos o hemos cantado o hemos bailado en algún momento de nuestra vida. Los franceses lo llamarían un show lleno de “joie de vivre” –alegría de vivir–.

¿Qué historia vamos a ver en escena?

La de 3 chicas en busca del amor y la de una escritora que intenta escribir un final feliz para cada una de ellas. ¡Ella misma acaba encontrando el amor con quien menos se esperaba…! como ocurre en la vida misma. En el fondo, es una comedia romántica absolutamente disparatada… como lo son las canciones que cantaba Raffaella Carrá.

¿Quiénes y cómo son los protagonistas de esta pieza?

Son tipos un poco vistos por un prisma algo distorsionado que les convierte en caricaturas de tantos personajes que hemos conocido por la vida o por culebrones televisivos.

¿Cómo es la música y el baile de “Para hacer bien el amor…”?

Aún sin ser un tributo de los que corren por los teatros actualmente, sí se nos antoja que está implícito un grandísimo homenaje a la artista Raffaella Carrá en mayúsculas, que nos hizo reír y movernos al ritmo de sus canciones.

Usted es el creador de gigantes del género como “West side story”, “Rocky Horror Show” o “Chicago”. ¿Qué elementos fundamentales del ‘sello Reguant’ no van a faltar en este espectáculo y qué valor añadido podremos percibir?

Creo que, si tengo alguna característica, es el sentido del humor. Intento que el público se lo pase bien y –con la ayuda de mis actores y coreógrafa, director musical, luces, vestuario, sonido, decorado y producción…– crear un ambiente festivo que le quite algo de la seriedad formal que a veces se tiene del teatro, cosa que ya hacían los griegos, saltando todas las distancias temporales. Si conseguimos que pasen 100 minutos olvidándose de los problemas y vuelvan a casa con una sonrisa… habremos cumplido nuestro objetivo.

¿Qué significa para usted Raffaella Carrá y qué efecto ha tenido en su vida?

Yo no viví tan profundamente el ‘efecto Carrá’ en mí mismo, pero sí lo veía en los demás. En cuanto salía por televisión o sonaba alguna de sus canciones, el ambiente cambiaba al momento y la alegría se apoderaba de todos nosotros. Ella es una artista única a la que se ha imitado hasta la saciedad, pero a la que nunca se ha logrado superar.

¿Qué efecto espera lograr en el espectador?

¡Divertirse! Que entre en el teatro con ánimo positivo, sin miedo, que deje las preocupaciones en la calle… que entre con mascarilla, eso sí, pero que cante y baile desde su butaca, y cuando vuelva a casa se considere tan afortunado como nosotros de vivir este tipo de experiencias que solo se dan en los espectáculos en vivo y en directo. ¡Y dar las gracias a Raffaella por su legado!