Publicado el 31 de Diciembre de 2017
Joaquín Notario
Obra: El perro del hortelano
Nos partimos el pecho por conseguir que las funciones sean maravillosas y el público esté orgulloso
Teodoro, Diana y Tristán o, lo que es lo mismo, Rafa, Marta y Joaquín. Tres de los pilares firmes y robustos sobre los que se asienta, en los últimos tiempos, una CNTC que ha enamorado a todos. Y algo tendrán que ver en este idilio las tablas, la presencia, el trabajo y el talento inmenso de este trío. “La dama duende” hace nada, pero antes esta “El perro del hortelano”, “La vida es sueño” o “La verdad sospechosa”. Noches de gloria en el seno de esta compañía.
¿Cuántas alegrías les ha dado este ‘perro del hortelano’?
Muchas, porque llevamos bastante tiempo con él y desde el principio fue una alegría constante.
¿Recuerdan la primera vez que leyeron “El perro del hortelano”?
La primera vez que la leí vi que era una comedia con una carpintería perfecta. Eso fue lo que me dejó.
Cuando uno vuelve a esta obra ya para interpretarla, imagino que la lectura es bien diferente. ¿Qué han descubierto de ella cuando la han abordado en el seno de la CNTC?
Yo cuando leo para hacer un montaje, leo distinto que cuando leo por el mero placer de leer y ahí ya hay un posicionamiento, lo lees desde un lado muy subjetivo y más sabiendo que iba a interpretar a Tristán. Desde esa subjetividad lo que vi es que es un tesoro, esta función es algo absolutamente trepidante.
La CNTC repone esta temporada este éxito de la anterior. Suponemos que el montaje en esencia es el mismo, pero ¿su forma de enfrentarse a él ha cambiado después de los aplausos en Almagro, en Madrid y en la extensa gira? ¿Cómo se enfrentan ahora a él?
Un montaje de teatro es un ser vivo, que no para de crecer y de evolucionar. Las ganas siempre son las mismas, pero la forma de trabajar es distinta porque vas descubriendo cosas nuevas a medida que vas haciendo la función. Y más en una función como esta, que es inagotable porque tiene muchos recovecos y es bonito llegar a ellos.
Háblennos un poquito de las virtudes del montaje ideado por Helena Pimenta.
Para mí creo que es la primera vez que se hace este montaje contado y concebido desde un punto de vista femenino absolutamente. Los caminos se contemplan de otra manera lógicamente. Una de las cosas que caracteriza el montaje es la sutileza, es un montaje muy sutil y a la vez muy dinámico, el ritmo es trepidante. Hay un juego muy grande entre la sutileza y la dinámica de la función, el ritmo, que es muy grande.
¿Y sobre sus personajes, qué nos dirían? ¿Quiénes y cómo son Diana, Tristán y Teodoro?
Tristán es un lujazo de personaje. Es un criado, es leal, simpático, pícaro, es aventurero, arriesgado, es protector. En este montaje Helena le ha dado una dimensión casi como de demiurgo, casi semidios, por el hecho de que él cambia la realidad de las cosas para conseguir la felicidad de los que tiene alrededor y la suya propia.
Acostumbrados a nuestros grandes autores, a sus obras, al verso… ¿Cómo es el Lope que firma “El perro del hortelano”?
Yo creo que refleja muy bien a Lope, por lo menos la idea que todos tenemos de Lope. “El perro del hortelano” es ligero y a la vez es profundo, es muy ágil, pero a la vez tiene muchos recovecos, es muy retorcido, es muy fácil en lo más difícil, su expresión es muy fácil, su sintaxis no tanto. Es muy alegre y a la vez es doloroso, siempre ve la vida desde una sonrisa, a veces con una carcajada, yo creo que es de una carpintería perfecta y dramáticamente también porque te hace pasar por muchos recovecos del amor. Lope era un especialista en el amor y esta función trata del amor más que nada, su centro es el amor vivido de distintas maneras.
Son tres pilares fundamentales de la CNTC y, sin duda, parte fundamental también del esplendor que vive, más si cabe, la compañía en los últimos años. ¿Conocen el secreto de ese encantamiento entre la CNTC, la crítica y el público?
No te puedo decir realmente. Es un fenómeno que a nosotros nos da mucha satisfacción. Creo que a todos nos gusta reconocer a nuestros clásicos porque nos reconocemos en ellos, porque nos siguen alimentando, volver la vista atrás y ver que nos ayudan para seguir adelante es muy importante. Nosotros hacemos las funciones con todas nuestras ganas para conseguir que los espectadores estén orgullosos porque, al fin y al cabo, ellos son los patronos del montaje puesto que son los contribuyentes. Nosotros intentamos llegar a lo que ahora se llama excelencia, pero que es real, sí que es verdad que nos partimos el pecho por conseguir que las funciones sean maravillosas y que sigan contando cosas y que sigamos descubriendo cosas de este tesoro que son nuestros clásicos. Nosotros tenemos tantos baúles de obras clásicas que todavía están por abrir, somos el país que más literatura dramática del s. XVII tiene. El secreto es intentar llegar al público de la misma manera que el público viene con ganas de que le volvamos a mostrar o de que le redescubramos algo que está ya en nuestro ADN.