Revista teatros

 Chico conoce a chica o, mejor dicho, hombre maduro sin ilusiones conoce a una jovencita de provincias con toda una vida por construir. ¿El resultado? Un cómico y peculiar romance creado por la ácida pluma del mismísimo Woody Allen. Dirigido por Alberto Castrillo-Ferrer y acompañado en escena por Ana Ruiz, Rocío Calvo, Ricardo Joven y Beatriz Santana, charlamos con el protagonista, un excelso José Luis Gil que, tras 14 meses en la piel de Boris, confiesa estar en la función más gratificante de su carrera teatral.

¿Qué nos espera en “Si la cosa funciona”?

¡Una hora y media muy divertida! Pasar un buen rato con una obra de Woody Allen, con la garantía de su estilo, su acidez, su forma de ver la vida, su crítica… que siempre va más allá de la comedia.

¿Cuál es su planteamiento?

Se presenta una relación entre un señor y una muchacha 30 años menor. Ellos son distintos en todos los sentidos: a nivel personal, de preparación, intelectual… ¡todo! Él es un misántropo que no quiere convivir con nadie y ella es una pobre chica que llega a Nueva York para buscarse la vida, viniendo desde un pueblo en el que está harta de desfilar, porque allí lo más importante es que las niñas desfilen bien en los concursos de belleza, por encima de tener estudios.

¿Cómo es su personaje?

Boris es un profesor de física cuántica, ya con una edad, que fue nominado al Pre-mio Nobel de Física en su momento. Todas sus reflexiones de la vida son muy de Woody Allen. Para él, el resto de la humanidad es poco menos que una pandilla de gusanos que no se ha enterado de qué va esto, sometidos a todo tipo de manipulaciones por las religiones y los poderes. Él se rebela ante esto aislándose, teniendo crisis de ansiedad e, incluso, intentando suicidarse casi en la primera escena.

Y de repente aparece Melody...

Efectivamente, la casualidad le pone delante a una criatura que viene de un pueblo del profundo Texas. Se encuentran en el Bronx paseando, la invita a que suba dos minutos a casa para que coma algo y siga su camino, pero la chica se queda dos horas… dos días… dos meses… y se va estableciendo una relación que desemboca en algo muy curioso, dado que ambos son tan opuestos. Ella le llena ese ático del Bronx de aire fresco, de vida, cosa que él ya debía tener olvidado.

¿Se siente afín a Boris?

En muchas de las cosas que dice, no tanto en la práctica, porque es un extremista, se le ha ido la olla por otro lado (risas) y ya resulta pesado, cansino. Pero firmo el 95% de lo que dice, son grandes verdades.

Lo mejor de la función es...

Toda la exposición del principio hasta media función, que se establece la relación entre ellos, es francamente divertida, curiosa, simpática y muy dinámica. Pero luego la obra coge otra dimensión, porque cuando ya son pareja van llegando los padres de ella y se encuentran con todo el panorama. Traen sus disparatadas tradiciones, pintas, miedos… vemos cómo se van descubriendo ellos mismos a través de un personaje como Boris, que es absolutamente contradictorio y antagonista con ellos.

Una frase de su texto que le da mucho gusto pronunciar:

En un momento en el que el padre de la chica está emparanoiado por lo mal que le va y Simón le descubre un secreto, le dice: “No te preocupes, si Dios es gay” (risas). ¡Evidentemente, lo hace por tomarle el pelo! Pero oxigena mucho el espacio.

Un curioso reto artístico que le gustaría realizar algún día...

¡Más que un reto es casi una fantasía! Y es hacer “Cyrano de Bergerac”, porque es un personaje y un texto que siempre me han fascinado.

Un plan irrechazable de fin de semana libre alejado de los focos para José Luis Gil:

Aislarme en cualquier sitio tranquilo donde pueda leer, escribir, escuchar mucha música como heavy metal o rock duro y poco más, ¡no pido mucho!