Publicado el 27 de Diciembre de 2013
Mario Gas
Obra: Julio César
Pido que el gobierno de este país deje de volverse loco. Que crea en el pueblo y no engañe tanto
Con 40 años sobre los escenarios e innumerables premios en su haber, el actor y director es considerado figura muy relevante de nuestras artes escénicas. Actor en más de 40 largometrajes, ha dirigido más de 50 obras teatrales –“Follies”, “Un tranvía llamado deseo”, “Las troyanas”–.
¿Cuál es la esencia de su Julio César?
Es un hombre magnífico, paradigmático y contradictorio. En el poco tiempo que está en escena, debemos ver al hombre brillante, autoritario pero condescendiente, doméstico, lleno de fragilidad y miedos, íntimo y amistoso y, al final, al hombre autoritario inexpugnable que se enfrenta contra todo el senado y cae con puñales homicidas.
¿Qué referencias a la actualidad encontraremos en este clásico?
La lucha por el poder, la ‘bastardización’ de las palabras para ocultar los mensajes y poder reconducir al pueblo hacia un lado u otro, el lenguaje como encubridor, como mentira, las razones espurias que tienen algunos para alcanzar el poder, cómo queriendo huir de una situación se alcanzan otras peores, cómo la política está llena de podredumbre... Pero es el público el que tiene que poner nombre y apellidos, porque la misión del teatro es plantear cosas de manera metafórica y esperar que el espectador acabe de rellenar todo eso.
Sergio y Tristán son...
¡Fantásticos! Sergio es un volcán y Tristán es un río caudaloso.
¿Cómo fue la experiencia de representar y llenar el Teatro Clásico de Mérida este verano?
Un placer como siempre, aunque es una pena que la polución sónica de los últimos años conlleve actuar con microfonía.
Al 2014 le ha pedido...
¡¡Tantas cosas...!! Que el gobierno de este país deje de volverse loco. Que crea en el pueblo y no engañe tanto. Es algo que me irrita profundamente. Lo pido, pero con poca convicción de que esta gente tenga si quiera un mínimo acto de autocrítica y cambie, porque saben a lo que sirven realmente... Ojalá fuera una negligencia, pero no lo es.