Revista teatros

¿Por qué “Ilusiones”? ¿Qué vio en el texto de Ivan Viripaev para decidirse a llevarlo a escena?

Leí Ilusiones en una versión en inglés y me fascinó. Habla de cosas que me preocupan y me conflictúan: del paso del tiempo, de nuestra intrascendencia, de nuestra manera de relatarnos. Tiene una forma extremadamente sencilla de narrar que al mismo tiempo supone su mayor desafío para ponerla en pie. Y una mirada irónica sobre todos estos conflictos tan desmesurados que te obliga a redimensionarlos.

Dani, Sandra, Margarita y Alberto son los protagonistas de esta obra. Aunque no son ellos los que nos cuenten su historia, ¿qué se esconde tras ellos, de qué nos hablan, en qué llagas meten el dedo?

Lo mismo que se puede esconder detrás de cualquiera de nosotros: contradicciones, anhelos, inseguridad y una fuerza inagotable para imaginar otros yoes. No sé dónde leí que la conciencia moderna no lleva bien que esa individualidad de la que tan orgullosa se siente sea una realidad plural. Pero somos uno y diez mil, como decía Pirandello.

De los narradores reales de esas historias -Mujer 1, Mujer 2, Hombre 1 y Hombre 2– sólo sabemos que son jóvenes y sus relatos nos llegan casi de una manera profesional, al estilo de un médium o un forense. ¿Qué se busca o se consigue al narrar así?

Una mirada diferente. Se establece de inmediato un código directo con el espectador. Estos cuatro narradores relatan las vidas de cuatro personajes que no están allí, pero dando suficientes elementos para que el espectador dispare la imaginación, "el gran buzo" como la llamaba Víctor Hugo por su infinita capacidad para ahondar y sumergirse en el espíritu humano. Los narradores construyen estos cuatro personajes en la imaginación de los espectadores como si de cuatro ilusionistas se tratara.

¿Que alguien cuente tu historia así, un forense lo haría sin implicaciones, sin sentimientos, no la desvirtúa? ¿En, en realidad, la misma historia la vivida y la contada?

Somos relato, una capacidad innata en cualquier ser humano, pero no un único relato. Nos inventamos y reinventamos de manera constante. Estos cuatro narradores parece que aportan un cierto rigor porque al ser meros narradores parece que deben contar las cosas tal y como sucedieron... otra ilusión.

¿Cómo ha de ir el espectador a ver “Ilusiones” para que la obra cale de verdad en él?

Como decía Borges, el teatro es uno que finge ser alguien que no es y otro que finge creerlo, es decir, un juego de ilusión. Al teatro siempre hay que venir dispuesto a jugar.

Viripaev propone un recorrido vital por la trayectoria de dos parejas que intentan, juntos y por separado, encontrar su lugar en el mundo. ¿Usted, solo o en pareja, ha encontrado su lugar o es algo que se busca y construye cada día?

Bueno, eso es precisamente lo que cuenta Ilusiones, cómo un día encuentras tu lugar en el mundo entre los brazos de tu pareja y al siguiente esos brazos se convierten en dos boas constrictor que no te permiten respirar. Somos absolutamente episódicos (en todos los sentidos).

Si no vamos a ver “Ilusiones”, nos vamos a perder…

Conocer un texto maravilloso del autor más representativo de la nueva dramaturgia rusa y el trabajo de cuatro actores fabulosos.